Los niños no han estado en el centro de la pandemia reconoce la pediatra Rosario Casas, pero sí la han sufrido a su manera. Han estado inquietos. Se tomaban a rajatabla las medidas de prevención y hablaban siempre en consulta «del bicho». Rosario explica, por ejemplo, que «ha habido niños que han presentado problemas psicológicos arraigados a la afectación del abuelo». A su juicio, «lo más triste es ver que muchos niños, incluso de tres, cuatro o cinco años, han manifestado síntomas de ansiedad, con derivaciones, después de ver que la vida les cambió de la noche a la mañana». Otros incluso se han hecho adictos a los videojuegos.
En lo laboral, Rosario ha seguido trabajando durante toda la pandemia. Al venir de Sudamérica, estaba acostumbrada a la teleconsulta y ante las dificultades con las que se encontró al principio, tuvo que utilizar su propio teléfono para atender, en ocasiones, por videollamada. «Si me dicen que el niño tiene una mancha, hay que verla, era imposible no poder valorarlo con vídeos, porque las madres tenían terror a venir a la consulta», explica. Después llegó algo más de calma, pero la pandemia también provocó, por ejemplo, incidencia en las vacunaciones, que buena parte del año no se han podido poner a los niños y después ha habido que incentivarla.
Ahora ya, con las consultas presenciales reactivadas y la bajada de la incidencia, Rosario es optimista. También se queda con el cariño recibido, «el gran apoyo que he tenido han sido los mismos niños».