Una víctima apunta que era un profesor «con muchas caras»

Leo Cortijo
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En la primera jornada del juicio contra el profesor del Conservatorio de Música de Cuenca acusado de abusos sexuales estaba citada a declarar una de las denunciantes, E.L.D., que explicó que el acusado mostró su lado "oscuro, atroz y cruel"

Una víctima apunta que era un profesor «con muchas caras»

La Audiencia Provincial acogió este miércoles la primera sesión del juicio contra el exprofesor de piano del Conservatorio de Música de Cuenca, J.M.M.T., acusado de varios delitos de abusos sexuales y para el que la Fiscalía solicita 56 años de prisión. Además del propio acusado, en esta primera jornada también estaba citada a declarar una de las denunciantes, E.L.D., que lo hizo tras un biombo para evitar mantener contacto visual con el que fuera su profesor entre los 10 y los 18 años.

La declaración de esta alumna, a preguntas de la fiscal, María Isabel Gómez, comenzó de forma intensa: “Era un profesor con muchas caras”, afirmó, y es que “durante los dos primeros meses fue muy amable, pero luego salió un lado oscuro, atroz, cruel… Era un monstruo”. E.L.D. confirmó las acusaciones que pesan sobre J.M.M.T., y es que “se enfadaba mucho, gritaba cerca de la cara, daba puñetazos al piano y a los muebles, te empujaba, te insultaba...”.

De hecho, tras una audición en la que, al parecer, el resultado artístico no fue del agrado del profesor, “se enfadó muchísimo” y les dijo a sus alumnos que era una “vergüenza” cómo habían tocado, “con todo lo que él hacía por nosotros”. De hecho, en más de una ocasión les manifestaba que él era “el mejor profesor” y que “había venido a traer la música de verdad”. En concreto, E.L.D., que ahora mismo están en tratamiento psicológico, apuntó una frase que el acusado le dijo en alguna ocasión: “Te has cubierto, pero no de gloria, sino de mierda”.

En cuanto a los comentarios de índole sexual, la alumna denunció en su declaración que “no podía hablar con libertad” porque sabía que “le iba a sacar punta a cualquier cosa que dijera”. Y es que las expresiones y bromas sexuales o alusiones a la forma de vestir de las alumnas se producían, según la denunciante, de forma “constante”. Y para muestra, puso un ejemplo: En una audición cuando era una niña, se puso una falda que a él le debió parecer corta ya que “me dijo que no podía subir así al escenario porque con esa falda se me iban a ver las bragas”.

E.L.D. entendía que “no me podía librar de ello, pero lo asumí”. Y así, no pasó por su cabeza la idea de cambiar de profesor, pero sí empezar a tocar mal “para que me suspendiera y mis padres me quitaran”. Sin embargo, J.M.M.T. “se dio cuenta y me dijo que no siguiera con ese jueguecito”. E.L.D. manifestó sentir “pavor” hacia esta persona y no quiso cambiarse de profesor porque si no “habría tomado represalias contras mí”.

Su declaración alcanzó un punto crítico cuando recordó algunos episodios de tocamientos por parte del que fuera su profesor. Así, explicó uno en concreto, cuando ella tenía 13 años, en una clase de refuerzo en su domicilio. El acusado le pidió que se quitara la camiseta y puso las manos en los hombros mientras ella tocaba. “Él bajó las manos y aunque yo quería quitármelo de encima, no me atreví a decírselo”, dijo. Fue entonces cuando le tocó el pecho y le dijo que eran “muy bonitas”. Le apartó, pero siguió la clase en sujetador.

En otra ocasión, y tras volver a pedirle que se quitara la camiseta, previa negativa, le tocó el pecho y hubo un momento en el que “me quiso lamer o besar porque se acercó a mí con la boca abierta, yo me levanté de la banqueta y él me volvió a decir que no sabía por qué me lo tomaba así, que le estaba interpretando mal”, apuntó E.L.D.

Sin embargo, E.L.D. manifestó que nunca le contó todo esto a sus padres, y sí a la que era su mejor amiga. “No quería decírselo a mis padres porque les quería proteger y porque no sabía cómo iban a reaccionar”, dijo. Lo que está claro es que esto le afectó “mucho” y, de hecho, lleva dos años tratándose con un psicoterapeuta, porque a veces, mientras toca, “me vienen a la cabeza los insultos… esos pensamientos están incrustados en mi cabeza”.

Uno de los momentos más tensos de su declaración se produjo cuando el abogado de la defensa le recordó que, en su momento, acudió junto a una profesora al Centro de la Mujer para tomar cartas en el asunto. E.L.D. le contó su caso a la psicóloga que le atendió “y nos dijo que tenía que ponerlo en conocimiento de la Policía”, apuntó la denunciante, “pero eso era lo último que yo quería”. Para finalizar, la víctima hizo alusión a las consecuencias psicológicas que arrastra desde entonces y que ha identificado ahora.

Declaración de otro profesor. En esta primera sesión también prestó declaración como testigo un profesor que empezó a interesarse por el caso tras hablar con dos de sus alumnas, A.H.T. y E.L.D., que a su vez habían sufrido los supuestos abusos. Según éste, E.L.D. le contó “el horror que había sido su adolescencia, y que todavía arrastraba”, tras ser alumna de J.M.M.T. El caso de A.H.T. “también llegó a mis oídos después de que su exnovio se lo comentara a sus padres”. Tras preguntarle, ella se lo reconoció, se puso a llorar y este profesor le mostró su apoyo y ayuda, según declaró en el juicio.

Por encima de esto, se preocupó porque entendió que era “un patrón” porque si había pasado con dos chicas, “me asustó pensar que podría haber pasado con más”. Por último, y a preguntas de la defensa, explicó que, aunque les instó a las víctimas a hacerlo, no denunció los casos nada más conocerlos porque “temía por sus vidas” si lo hacían. Y por ello, optó por enviar una carta al defensor del menor.