Fernando Redondo tiene la convicción de que la misión es tan universal, que en cualquier rincón del mundo hay un misionero siempre en acción, «incluso cuando duermen». Justo antes de la presentación de su último libro, La Marcha Misionera, recibía un mensaje de un misionero anónimo en Vietnam (anónimo por la falta de libertad religiosa de aquel país), cuyas experiencias se narran en las páginas. El misionero le apuntaba en broma que «aunque voy a dormirme, los hijos de dios también rezan cuando duermen. Roncando rezaré por que salga bien tu presentación».

Aprovechando el mes misionero extraordinario convocado por el papa Francisco para octubre, Redondo ha presentado este miércoles en la sala Capitular del Ayuntamiento La Marcha Misionera, una obra esencialmente testimonial y vivencial, que cuenta con el prefacio de Fabrizio Meroni, secretario general de la Pontificia Unión Misionaria.

Redondo es el coordinador regional de la ONGD Misión América y miembro del gabinete de la Alcaldesa de Toledo Milagros Tolón. Ha volcado sus experiencias misioneras en una nueva publicación. Porque más allá de cargos, quien lo conoce, fácilmente le ha podido escuchar a Redondo hablar de las misiones. Él mismo estuvo en cortas experiencias, acompañando a misioneros en Perú, en distintas localizaciones, como el valle de la Muerte, donde no había agua, ni luz, solo personas sin recursos en viviendas infrahumanas. Al final, reconoce, la misión ha traspasado tanto su vida, «que mi vida es misión». Este libro surge de su propia vida como creyente y como cristiano. «Por la inmensa generosidad de la gente que me rodea», confiesa, ha podido plasmar la viviencia de las personas que viven en la misión, es decir, «hablar en libertad de la opción misionera de la Iglesia».

Contenidos. La Marcha Misionera es una descripción de los rasgos esenciales de la misión, y «se hace una invitación a vivir la Iglesia en salida y la Iglesia en periferia» (se acuerda aquí el autor de nuevo de las palabras de Francisco, que ha pedido que la Iglesia esté en las periferias, existenciales y humanas y «ella misma es periferia»). Pero, sobre todo, se incluyen cinco testimonios misioneros, dos de ellos, javierianos, que trabajaron en África y Japón; la comboniana de Ciudad Real Prado Fernández; el Sagrado Corazón Fernando Cordero; y el testimonio anónimo de Vietnam, donde no hay libertad religiosa.