Pieles y cortezas que se pueden, o no, comer  

Agencias
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Siempre se dice que la corteza del queso no se debe comer, pero seguro que más de un trozo ha caído con ella alguna vez... Esto también pasa con la piel del fuet, por ejemplo, que muchas veces nos es imposible quitar, o con la del jamón. ¿Hasta qué punto podemos o no comerlas? La doctora en Alimentación y Nutrición y farmacéutica Laura Isabel Arranz aclara que todo depende.

«En el caso de algunos quesos la corteza puede comerse y lo blanco del jamón es grasa que sí puede comerse, aunque podemos escoger no hacerlo», afirma. En concreto, explica que la corteza del queso puede ser natural y estar hecha con recubrimientos de ingredientes como el aceite, el pimentón, la pimienta, o por ejemplo plantas aromáticas, que sí podrían ingerirse; pero también esa corteza puede ser artificial, a base de materiales como ceras, aceites minerales no comestibles, parafinas o incluso humo.

«Si estamos ante quesos con cortezas artificiales no debemos comerlas, pero si tenemos un queso con corteza natural, como puede ser el caso del rulo de cabra, sí se puede comer», asegura esta experta.

En cuanto al jamón señala que la parte blanca es grasa y sí se puede ingerir. De hecho, ve recomendable comerla cuando estamos hablando de jamón ibérico, pues se trata de una grasa con un perfil nutricional muy saludable.

Sobre la piel de los embutidos, que a veces es difícil de quitar (y por tanto nos la comemos) como pasa con el fuet, la dietista-nutricionista detalla en Dieta Lógica y Alimentación Emocional que esta piel puede estar hecha de tripa natural, que sí se puede tomar, o bien de materiales artificiales que no son comestibles, como materiales plásticos, tal y como sucede en una mortadela o chóped.

¿Y qué pasa con la piel del pollo, que dicen que engorda? Esta tiene grasa subcutánea del animal, y por tanto, sí engorda más que la parte magra, como la pechuga. Ahora bien, es más interesante nutricionalmente que la de la carne roja.