Vestigios de fortalezas desaparecidas

José García Cano*
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La última entrega de la serie está dedicada a algunas fortalezas desaparecidas. Así, dicen las crónicas que la iglesia de Carmena -construida en el siglo XVI y reconstruida en el XVII- se levantó sobre las ruinas de un antiguo castillo

Castillo de San Martín de Montalbán.

En esta última entrega sobre los castillos de la provincia, hacemos un repaso a algunas otras fortalezas –desaparecidas la mayoría- que cubrieron los campos de las tierras de Toledo y así completar nuestro pequeño homenaje a estas fortificaciones que son parte de nuestro rico patrimonio y que es necesario proteger y cuidar. En el término municipal de Argés se encontraba el despoblado y castillo llamado Torre de Cervatos, muy cerca del Guajaraz con quien limita al este; fue propiedad de la capilla de San Pedro y San Blas sitas en la catedral de Toledo. Su término medía unas 2.800 fanegas aproximadamente y junto al castillo había una casa para guardar el ganado. Fue una construcción militar posiblemente del siglo XIV, ubicada en una zona elevada a unos «tres cuartos de legua» de Argés. En Cabeza Mesada existió un castillo sobre el cerro de la Cabeza, defendido por los caballeros de Santiago. Los Reyes Católicos concedieron a este lugar el título de villazgo con lo cual se levantó además un rollo jurisdiccional. Junto al castillo se construyó una ermita con el título de Nuestra Señora del Castillo situada hacia al oeste. Perteneció durante un largo periodo al priorato de Uclés.
Dicen las crónicas que la iglesia de Carmena -construida en el siglo XVI y reconstruida en el XVII- se levantó sobre las ruinas de un antiguo castillo del que apenas hay más datos. La localidad de Ciruelos también tuvo castillo pues en 1176 es cedido por el rey a la Orden de Calatrava, apareciendo también en 1181 en una donación que hizo el maestre calatravo a favor de don Tello Pérez. En Las Herencias hubo una torre denominada de Ben Cachón, la cual sería posteriormente uno de los castillos que Alfonso VI antes de cruzar el Tajo, estableció para crear una línea defensiva. Se ubicaba lógicamente en el cerro del Castillo. Una vez los cristianos dominaron el territorio, se repobló en el siglo XIII sobre todo por vecinos procedentes de Talavera de la Reina. En Huecas el rey Juan II autorizó en 1468 a don Pedro López de Ayala a construir un castillo, del que no hay muchos más datos. Madridejos contó con una atalaya de origen musulmán y desmochada en el siglo XVIII por orden del infante, que en ese momento era Gran Prior de la Orden de San Juan.  En Miguel Esteban –enclave de origen romano- encontramos un torreón árabe y que como otros tantos sería ocupado tiempo después por los cristianos. En Ocaña hubo una primitiva torre o castillo que la leyenda –más que la historia- dice que la fundó el rey Brigo; no podemos datarlo ya que no hay documentos que nos informen. Pudo ser un edificio medieval de la misma época que el de Oreja, de quien dependía para defender también la parte sur del Tajo. En algunos documentos medievales se habla del castillo de Ocaña y como curiosidad las reparaciones y obras que se hacían en su torre se costeaban con el producto que se obtenía del burdel o casa de mancebía de la localidad. Hasta el año 1500 llegaron las murallas que cerraban la población de Ocaña, las cuales como ocurrió con muchas otras de nuestra provincia, fueron derribadas para ampliar el casco urbano. En el año 1527 se hicieron obras en la torre del homenaje del castillo, se restauraron pretiles y algunas almenas. Ya en 1576 se dice en las Relaciones de Felipe II que «antes había fortaleza y torre que está caída y lo principal de ella era un cañón de cal y canto»; algunos restos llegaron hasta el siglo XVIII. Recas poseyó en su término municipal un despoblado denominado Canales, donde hubo castillo que fue concedido el 21 de agosto de 1143 por Alfonso VII al arzobispo don Raimundo, situado sobre el río Guadarrama. Se derribó por el rey don Pedro I y reconstruido tiempo después por el arzobispo don Pedro Tenorio, exactamente igual que el castillo de Alamín del que tratamos en la XII entrega. San Román de los Montes es otra localidad que poseyó castillo, aunque a finales del siglo XVI se decía ya que estaba caído o derribado y no tenía levantadas más que algunas paredes que eran de mampostería de piedra y cal. Dentro del término de Santa Cruz de la Zarza existió un despoblado denominado Alboer, donde hubo castillo en el lado izquierdo del Tajo, formando parte de la línea defensiva de este lado del río; fue donado por Alfonso VI al arzobispado toledano en 1099 y después en 1153 por Alfonso VII al conde de Palencia de Ampurias, pasando poco después a la Orden de Santiago. En El Toboso existió un despoblado llamado La Motilla donde se conservaban en el siglo XVIII restos de una fortaleza. La localidad de Torrico se describe juntamente a un castillo que fue poseído por el señor de Oropesa don Fernando Álvarez de Toledo levantando una horca de madera en el mismo. Torrijos contó con castillo como así aparece en su blasón (un castillo y dos olivas); se conservaban pocos restos a finales del XVIII, el cual servía por aquél entonces de campanario a la parroquia. Se cita en 1441 en cierto ataque que hicieron a la localidad en el cual quemaron la puerta y accedieron a su interior, demostrando que en ese momento debía ser una débil fortaleza. Velada tuvo otro núcleo de población más antiguo que el actual cuyos restos llegaron hasta mediados del XVI.
En aquél lugar hubo un castillo con su torre, así como una iglesia con la advocación de Santiago de Velada. La localidad de Villacañas tuvo también un castillo a tenor de la información que se da en 1785, en la que se hace referencia a un aljibe y algunos restos en la sierra del Coscojo. En las armas que se bordaron en el estandarte de Villacañas en 1769 se incluyeron una custodia flanqueada por un castillo y dos leones. En Villaluenga el castillo del Águila que perteneció a los Silva, era una obra de mampostería de cal y canto con sillerías; lo rodeaba un foso ancho y poseía una torre cuadrada, estando datado entre los siglos XII y XIV, y con intervenciones en el XV. En la Guerra de las Comunidades la artillería de Acuña atacó a este castillo del Águila, el cual dio nombre a un marquesado creado por Felipe IV en 1639. Villarrubia de Santiago por su parte, contabiliza un castillo a un cuarto de legua al oeste de la población, que aparece mencionado en 1576 quedando entonces solamente sus cimientos. Perteneciente a la localidad de Villaseca de la Sagra encontramos el despoblado de Aceca, que tuvo castillo y cuyos pobladores recibieron el fuero de Toledo en 1102 por Alfonso VI. En Villasequilla de Yepes existió otro despoblado llamado Melgar donde hubo un castillo cuyos restos llegaron hasta finales del siglo XVIII. Nos quedan aún por recordar otras tantas murallas, torres fortificadas, palacios, casas-fuerte y atalayas que siguen ahí, impertérritas, reclamando ser conservadas como merecen y siendo testigos del paso del tiempo y del acontecer de la historia.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.