«Hay que anular la modificación puntual 28»

C.M
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El documento redactado por Icomos apunta que el nuevo Plan de Ordenación debe «recoger de forma unificada la complejidad cultural, legal y administrativa de la Vega Baja y de otras áreas similares»

«Hay que anular la modificación puntual 28»

Cualquier planeamiento presente y futuro «debe priorizar su singularidad cultural, cambiando así la tendencia de las últimas décadas en la que el patrimonio contenido

en Vega Baja se ha tenido siempre que adaptar a las diferentes actuaciones en su suelo, cuando debería haber sido al contrario». El informe rubricado por la presidenta del Comité Español de Icomos atiende con especial interés la prevalencia de un tratamiento urbanístico que «tanto en el PGOU del 86, como el POM de 2007 y, recientemente en la modificación puntual 28, siempre ha apostado por el ladrillo como único elemento aglutinador del paisaje urbano toledano».

De hecho, el escrito no duda en obviar que «en Vega Baja, con múltiples declaraciones BIC, se sigue manteniendo la misma idea de edificabilidad» con un «planteamiento tan destructivo como el programado en otras áreas de expansión como Vega Alta y La Peraleda (esta última con una previsión de más de 5.000 viviendas)».

Y puesto que en el espacio se han intentado desarrollar en la última década tres planes especiales diferentes -Vega Baja, Circo Romano y Cristo de la Vega- que no han prosperado, el informe recoge la necesidad de «aprovechar la redacción del futuro Plan de Ordenación Urbanística para no caer en los mismos errores del pasado y garantizar el desarrollo sostenible de Toledo». Ello «debe derivar, entre otros, en la anulación de la recién aprobada modificación puntual 28 del POM actualmente en vigor que, incomprensiblemente, aún contempla la construcción, entre otras, de 1.300 viviendas» en los terrenos declarados Bien de Interés Cultural con la categoría de Zona Arqueológica de 2008.

Así, y considerando el futuro el POM como «una segunda oportunidad», el documento insta a la «reorganización de la circulación interna de Vega Baja, evitando así que la Avenida de Carlos III atraviese y divida la superficie del Circo Romano» con el «diseño de nuevos viales que debería servir para aglutinar y racionalizar los diferentes espacios históricos que conforman Vega Baja». Ello, añade el texto, «generando un único espacio de protección con el río Tajo como centro del paisaje» manteniendo, en lo posible, «el carácter fluvial de la vega del río y su relación con Toledo».

El análisis, aunque denota la gravedad de una situación, aprecia que «aún es posible combinar la defensa del patrimonio con las necesidades de una ciudad moderna», para ello es necesario establecer «un planeamiento adecuado para que Toledo siga siendo ejemplo sobresaliente de un tipo de construcción, de un conjunto arquitectónico o tecnológico y de paisaje que ilustra una o más etapas significativas de la historia de la humanidad».

No en vano, «frente a la concepción tradicional de considerar el ladrillo como el único medio que lleva a la modernización de nuestras ciudades y pueblos, va siendo hora de empezar a introducir nuevos parámetros de desarrollo». Porque «el ladrillo no es directamente proporcional a la calidad de vida, y sí lo es la naturaleza, el paisaje y el aire limpio, con una arquitectura y planeamiento que se inspiren e integren en ellos».

 

Plan integral de estudio, protección, integración y conservación de los restos.

Icomos se remite a la paralización del proyecto urbanizador en Vega Baja, en 2006, para  evidenciar que esta decisión -que no contó con un plan alternativo que resolviera los problemas generados tanto a nivel arqueológico como urbanístico- significó «la paralización de los trabajos que se realizaban de forma reglada por profesionales cualificados». La paralización «contribuyó, a medio plazo, a su progresiva destrucción debido a la intemperie y a la ausencia de mantenimiento y conservación adecuados».

Por ello, se hace imprescindible «la recopilación de los datos de las excavaciones realizadas en Vega Baja para poder evaluar científicamente el yacimiento», ello involucrando a los equipos de arqueología que trabajaron en los diferentes sectores. Una vez definidas las zonas de interés, la importancia de los restos y la distribución de la ocupación en relación con la calzada que atraviesa el yacimiento, «se podrá proceder a su adecuada conservación y puesta en valor».

El informe también insta a examinar «los planes de intervención activos en sectores habitados como San Pedro el Verde y el Poblado Obrero», porque en este último, «los índices de edificabilidad están deteriorando este espacio, privándolo de su singularidad histórica».