Una ceramista que piensa a lo grande

Leticia G. Colao
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La talaverana Mónica García del Pino recogió uno de los galardones que el Gobierno Regional entrega en el Día Internacional de la Mujer. Lo hizo como referente en el mundo de la cerámica, un sector en el que históricamente se ha limitado a la pintura

UNA CERAMISTA que piensa A LO GRANDE

La cerámica ha sido siempre fundamental en la artesanía y la economía talaverana, desde hace siglos. La mujer ha sido clave en este desarrollo, aunque en muchas ocasiones ha sido tapada o escondida, limitando su presencia a las labores de pintura y decoración, y no siempre.

La talaverana Mónica García delPino, ceramista y gerente de Cerámica Artística San Ginés, tiene mucho que decir en un mundo en el que ha sabido hacerse un hueco demostrando que las mujeres pueden y deben colocarse en lo más alto. Por ello, «porque ha roto con los roles tradicionales que dicen a las mujeres qué podemos hacer y qué no, y porque han demostrado que trabajan incansablemente por la igualdad y por nuestros derechos», dijo la consejera de Igualdad,Blanca Fernández, García delPino recogió ayer uno de los cinco galardones que otorga el Gobierno regional en el Día Internacional de la Mujer.

La ceramista lo hizo como representante de la provincia de Toledo, y en nombre de todas aquellas ceramistas, mujeres, que han ayudado a levantar un sector que vive ahora una nueva edad dorada. El trabajo de la Asociación Tierras de Cerámica, de la que forma parte, ha conseguido que las técnicas de elaboración cerámicas se reconocieran como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Talavera y Puente del Arzobispo, hermanados por el barro, presumen orgullosos de su artesanía más universal.

La consejera de Igualdad dijo igualmente que «sin Mónica García del Pino la artesanía de Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo no serían Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad». «Es una exageración, aquí nadie es imprescindible», explica casi avergonzada la protagonista a La Tribuna, quien prefiere generalizarlo en todo el sector.

Mónica García del Pino estudió en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Talavera y trabajó dos años en Talabricense hasta que en 1998 fundó la empresa Cerámica Artística San Ginés, de la que es propietaria y donde sigue desarrollando su labor artesana, cada vez más reconocida. Destaca su gran innovación al sector a través de la investigación y su trabajo excelente como lo ratifican los muchos premios que ha recibido, entre otros el Premio Regional del Diseño Aplicado a la Artesanía en 2009 por su famosa ‘gorrinucha’ o la Placa al Mérito de Castilla-La Mancha en 2018.

En 2010, recibió el Premio Nacional de Artesanía por dar forma al mural cerámico pintado a mano más grande del mundo, ya expuesto en el Centro de Convenciones de Orán (Argelia) y donde Cerámica San Ginés empleó a todo el sector cerámico de la ciudad para cumplir con los plazos. Con la dirección de Mónica, se decoró un panel de 58,4 metros de ancho por 34,4 de largo, con 51.392 azulejos. «A raíz de este proyecto puedo tener más enemigos, pero también me gané el respeto profesional de mis compañeros».

Es tan solo un ejemplo de la forma de trabajar de la ceramista que, además, cuenta con el honor de ser bisnieta del gran artífice del renacimiento de la cerámica de Talavera en el siglo XX, el maestro Juan Ruiz de Luna, aunque pocas veces lo dice. El mural cerámico más grande del mundo es tan solo un ejemplo de su trabajo, muestra a su vez del pensamiento de las mujeres. «Tenemos menos barreras, pensamos a lo grande», explica.

inicios. En 1998 había pocas mujeres ceramistas, menos aún al frente de su propio taller. Poco antes, durante su etapa de estudiante y en los primeros años de aprendizaje, recuerda que a veces la miraban condescendientes, «como si fuera a estar  de paso en este mundo, hasta que me cansara». Otros, «me explicaban las cosas despacio y hablando más alto como si fuera tonta; te querían ayudar solo por el hecho de ser mujer».

En otra ocasión, recuerda que pidió un pitorro de barro para dar forma al diseño de una cafetera. Sin darle importancia, el encargado del torno le dijo que ese pitorro no se podía hacer creyendo que ella daría el tema por zanjado; no fue así. Mónica se las ingenió para sentarse a la máquina y demostrar que sí era posible. «Esto es lo que quiero, -le dijo-, y ahora necesito 25 iguales», sentenció decidida. «Para saber mandar, antes hay que saber hacer las cosas», recuerda de boca de su abuela.

Se trata de anécdotas que apenas han tenido incidencia en su trayectoria profesional y que, por supuesto, no han ayudado a menoscabar la igualdad que tanto promulga. Y es que más allá del feminismo, Mónica García delPino apuesta por un movimiento que persigue como único fin la igualdad entre hombres y mujeres, para lo que considera fundamental la educación. «Educar en igualdad, ahí está la clave».