Rufino: el rastreador del pasado de Villacañas

J.M.
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Un vecino recupera y restaura desde hace cinco años piezas vinculadas con la historia de la localidad manchega. Con ellas, abrió en 2018 el Museo Etnográfico local, cuya recaudación destina a fines benéficos

Rufino: el rastreador del pasado de Villacañas

Rufino se precipita y afirma enseguida que tiene ya 64 años. Pero en verdad nació hace 63 en Villacañas. Le falta un mes para la celebración a este hombre que vive en una secuencia frenética de pasado y presente. Viaja al pasado desde hace cinco años, cuando empezó a recuperar y a restaurar piezas vinculadas con la historia etnográfica del municipio manchego. Y se asienta en el presente con la labor diaria como voluntario de Cáritas con la atención a cada transeúnte que llega a Villacañas.

Rufino se quedó sin empleo después de 25 años como trabajador de una fábrica de puertas, como era preceptivo en Villacañas. Pero no ha parado desde entonces. Desde hace ocho años colabora con Cáritas. "Siempre he estado enamorado de la gente necesitada", afirma este hombre que se desvive también por el Museo Etnográfico. "Si yo cobrara por las horas de trabajo, lo mismo me hubiera hecho millonario", bromea.

En verdad, la compensación le llega sola a Rufino por la comisión de estas acciones desinteresadas. "Es importante que un pueblo recuerde sus raíces. Es una buena labor para que no se pierda la historia del pueblo", apunta el vecino que cargó con la responsabilidad. Así, acudía a las casas viejas de Villacañas a ver qué podía incorporar a la colección. Y así consiguió recrear las quinterías, el ojito derecho del Museo Etnográfico. "En memoria de los labriegos que dormían en el campo hace unos 100 años", señala. Porque las quinterías consistían en construcciones en medio de la nada para que los peones durmieran entre semana para la labor y solo volvieran al pueblo los fines de semana.

El Museo Etnográfico ha abierto ahora un área que recuerda la llegada del ferrocarril al municipio hacia el año 1860, tal y como ha difundido el Ayuntamiento. "Dio mucho auge al pueblo", rememora Rufino, impresionado por una fotografía aérea de 1940 que evidencia la actividad extraordinaria del tren de Villacañas.

"El museo está muy completo", asegura. Pero sigue restaurando y atendiendo llamadas como la de hace dos semanas. Había una casa derruida donde rastrear en el pasado. Porque así perfecciona su obra y así recauda fondos para ayudar los menesterosos.