«Este proyecto no tiene nada que ver con la política»

Marta García
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A Roberto Polo le encanta hablar sin parar de arte, de fechas, de obras, de vanguardias, de anécdotas... Una buena manera quizá de exorcizar tanto bagaje laboral y personal, esas luces y sombras de un personaje barroco, admirado y criticado.

Roberto Polo. - Foto: Yolanda Lancha

A simple vista Roberto Polo pasa desapercibido con su gorro de lana gris, su chambergo verde militar, sus vaqueros azules y unos zapatos cómodos e impolutos. Pero este prestigioso galerista, coleccionista y artista sabe que llama la atención su cabeza calva y su barba blanca cuidada. También esa sonrisilla que aprendió a gesticular frente al espejo a sus treinta y seis años. A Polo le encanta hablar sin parar de arte, de fechas, de obras, de vanguardias, de anécdotas... Una buena manera quizá de exorcizar tanto bagaje laboral y personal, esas luces y sombras de un personaje barroco, admirado y criticado.

¿Por qué un prestigioso galerista y coleccionista como usted con tanto mundo, con tantas obras en museos de gran renombre se ha fijado en Toledo para ceder parte de su colección y exponerla en el convento de Santa Fe?

Tuve una propuesta por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y me quedé impresionado con su profesionalidad. También por todo lo que significa Toledo para mí desde el punto de vista intelectual y artístico, como la importancia de El Greco, el hecho de que la pintura flamenca de los Países Bajos aterrizase aquí por primera vez...

Además, la elección también tiene cosas prácticas como la proximidad de Toledo a Madrid, 22 o 23 minutos en AVE, y que es la segunda ciudad más visitada por turistas después de Barcelona. Siempre comparo a Toledo con Venecia porque es una ciudad que tiene influencia del oriente, de los judíos, del cristianismo,  de tres culturas, y eso da lugar a arte nuevo y a crear nueva historia también.

Ysu proyecto encaja a la perfección en el Convento de Santa Fe, claro.

Sí. Muchos museos de arte moderno y contemporáneo realizan muchos esfuerzos para poner en diálogo lo antiguo, sobre todo, lo arqueológico, con lo actual. Sin embargo, nosotros no tenemos que hacer esos esfuerzos dado que nuestro contenedor va a ser un fondo arqueológico, histórico, pero está muy relacionado con mi colección, basada en las fuentes o los inicios de la abstracción.

El primer abstraccionista fue el padre del diseño y de la arquitectura moderna, Henry van de Velde, de Amberes, que ya en 1880 hablaba de que su inspiración para la abstracción venía de conceptos islámicos, de la prohibición de la representación de imágenes. Muchos años más tarde, Kandinsky, dice lo mismo en su tratado sobre lo espiritual en el arte, que la abstracción nace de una cultura islámica que puso sus pies en España durante muchos siglos y, sobre todo, estuvo muy presente en Toledo.

Para mí era una narrativa muy interesante y muy relevante poner en diálogo el abstraccionismo arqueológico con el abstraccionismo de fines del siglo XIX y principios del XX. Aquí, en Toledo, no empezamos al revés, si no como se debe empezar,  primero la colección y después se está habilitando el edificio existente. Aquí no ha sido una cuestión de construir un edificio a la moda para poner una colección a la moda.

¿Se barajaron otras alternativas o tuvo claro desde el principio que la ubicación ideal era en el convento de Santa Fe?

Sí. La primera visita que realicé fue el 26 de junio de 2015. Vine de Madrid porque tres miembros de la Junta fueron el día anterior a buscarme y a invitarme a Toledo y a Cuenca. En esa primera visita me enseñaron ese edificio, el Miradero y  Santa Cruz, porque pasamos por ahí.

El espacio que se dedicará en el crucero a exposiciones temporales cobra un valor muy significativo en este museo, puesto que irán llegando obras de artistas internacionales de mucha enjundia, ¿no?

Ahí también habrá un diálogo entre lo que se expondrá abajo y arriba. Me hace mucha ilusión una de las primeras exposiciones, la retrospectiva de Clyfford Still, que será comisionada por David Samford, el conservador honorario senior del Museo de Clyfford Still en Denver, Colorado. Se trata de un proyecto de gran envergadura y la primera muestra monográfica y retrospectiva de este artista en Europa.

Además, habrá exposiciones similares. La primera será la de Werner Mannaers, el pintor contemporáneo que interroga sin cesar. Lo considero muy apropiado para la apertura porque es un artista flamenco y un pintor genial. No es rápido, no es Nescafé ni Macdonalds.

Está previsto desde hace tiempo que ceda 445 obras de su colección a Toledo y Cuenca. ¿Se está aumentando el número, antes incluso de  ambas inauguraciones?

Estamos ampliando. La cesión original que se firmó el 25 de julio de 2018 tenía 445 obras de todo tipo, pintura, escultura, fotografía, obras conceptuales... Supone el 20% más de lo que realmente se podrá exponer, pero quise ser flexible para demostrar también mi generosidad. Algunas veces no hay espacio para más, pero si quiero añadir alguna obra intento buscarle sitio.

En este momento no se podrá exponer todo porque es necesario que se realice primero la ampliación en el Miradero y en Cuenca que la colección pase al Archivo Histórico Provincial. Ahora mismo la sede es puramente simbólica porque no se puede hacer mucho con 500 metros cuadrados, pero no había otra alternativa. Es un lugar muy bonito y es un halago para los conquenses, pero no será el edificio definitivo porque es muy pequeño.

La Casa Zavala es ese primer escenario en Cuenca, un lugar que se ha barajado desde el principio, pero en los últimos meses el propio alcalde de Cuenca ha mostrado su discrepancia. ¿Temía que pudiera descartarse el proyecto?

No he temido nada, pero me da pena por los conquenses porque quieren el museo. Me sorprendió que el alcalde de Cuenca, que propuso la Casa Zavala, después utilizó un proyecto de arte para hacer política y eso no lo encuentro correcto. Fue el primero que lo propuso. El alcalde trató de meterme en la política como una bolita de pin pon y no me dejé. Tengo montones de whassap, pero nunca le respondí.

Este proyecto con la Junta abarca también una futura ampliación en el Miradero. ¿Está definido ya cómo se llevará a cabo? ¿Cuántas obras puede llegar a acoger?

No. Está en el contrato, pero no está definido. A buen ojo habrá 5.000 metros cuadrados más en el Miradero y cabrán más de cien obras.

Dicen desde el Gobierno regional que usted es muy duro para negociar aunque no sea así al trato.

No creo, aunque tengo mis ideas claras y cuando se me promete una cosa no lo olvido.

¿Cómo ha vivido las críticas a su proyecto en Toledo?

Esas cosas siempre existen. Cuando se propuso el proyecto de las esculturas de Maillol en el Jardín de las Tullerías en París en los años 30 y pasó lo mismo... También cuando se propuso la pirámide en el Louvre... Es parte de la vida y de los seres humanos

Incluso algunos expertos han llegado a decir que de sus 7.000 obras de distintas colecciones únicamente 500 tienen un importante valor artístico

No sabía que había mafias que ponían valor sobre las obras de arte. Bueno, sí lo sé, pero esos que están en la lista  son marchantes de comercio que querían introducirse en el proyecto por razones obvias.

Comparado con otros países europeos, ¿en España hay suficiente cultura para el arte contemporáneo?

Depende de qué arte contemporáneo. Yo voy a introducir un arte que está casi ausente en las colecciones de museos españoles. Cuando los estudiantes de Historia del Arte en España van a visitar los museos hay cosas que no pueden ver, pero ahora sí podrán. El Thyssen ayudó mucho a la pintura del norte de Europa, pero sólo hay un cuadro de Mondrian en España y nunca fue terminado.

Lo que ocurre es que los museos de arte contemporáneo, en general, se han hecho a imagen y semejanza, todos tienen arte de moda. Al final son museos de firmas porque los llevan fundaciones privadas formadas por supuestos coleccionistas, aunque no lo son, más bien son nuevos ricos especuladores que para hacerse ver compran ciertas firmas.

Pero he venido a cantar otra canción y uno de los atractivos de Toledo es que se trata de algo nuevo y las vanguardias solamente nacen donde son rechazadas. Por ejemplo, llevar un museo de arte contemporáneo a Valencia, una ciudad hiperliberal y abierta de espíritu, a Madrid, a Barcelona o a París no tiene tanto interés. Pero en Toledo, con tanto patrimonio, sí, pero parece, por algunas críticas, que no quiere incribirse en la historia de arte, que prefiere quedarse como un cementerio... Aunque, sinceramente, creo que la mayoría de los toledanos sí quieren  el proyecto de arte moderno y contemporáneo.

¿Le da miedo que el contrato y el acuerdo político con la Junta para lanzar este museo pueda alterarse por los procesos electorales de esta primavera? ¿Si cambia el color político puede tener problemas el proyecto?

El arte es un campo que no obedece a ningún partido político. Más bien, une a las personas. Este proyecto no tiene nada que ver con la política. La cultura hay que dejarla al margen. El acuerdo se ha firmado con la Junta, con la administración. De todas formas, soy un marciano en cuestiones políticas de este país.

¿Tiene pensado trasladar también parte de sus colecciones a otras ciudades españolas al margen de Toledo y Cuenca? Hace tiempo se habló de Málaga, pero se cayó pronto de la lista.

No. En Málaga fue una situación  especial y a los tres meses se presentó Toledo. Con todo el respeto para Málaga prefiero tres millones de visitantes y una capital cultural como Toledo que visitantes que desembarcan de cruceros y son una tercera parte. Málaga tiene mucho mérito porque se ha convertido en una ciudad de museos, antes no era interesante como Sevilla o Córdoba, y ahora sí tiene un atractivo, pero no es Toledo ni Cuenca.

El hecho de que se haya trasladado a Toledo para estar cerca de la colección y el museo no deja de ser un atractivo más para el proyecto.

¿Te imaginas Peggy Gugemheim viviendo fuera de Venecia en el momento de creación de su museo? He venido a Toledo para pasar la última etapa de mi vida y dejar aquí mi legado. Ahora se trata de una cesión a quince años, pero la intención es donar las obras poco a poco, pero primero hay que ver cómo se tratan.

Con este proyecto se va a reescribir la historia del arte, pero no es la primera vez que lo hago, lo he hecho muchas veces ya, aunque en España nadie me conocía. Yo soy conocido en Estados Unidos, en Alemania, Francia e Inglaterra, entre otros países.

Ahora está residiendo temporalmente a cuatro kilómetros de Toledo, pero imagino que con el tiempo fijará su domicilio en el Casco. ¿Dónde le gustaría?

Hay que buscar, aunque no tengo tiempo y me gustaría que fuera dentro del Casco Histórico, en un lugar tranquilo.

¿La Junta le buscará casa y sede para una fundación?

Ya me enseñaron Benacazón, pero tenía problemas importantes porque había sido un banco. Tiene que ser un lugar viviente. Lo que exigí desde un principio es residencia y estudio de artistas, residencia para investigadores de arte y oficinas para la fundación. Y todo esto es imposible en una casa burguesa en una urbanización a cuatro kilómetros de Toledo.

¿Pero lo está negociando?

No hay nada que negociar, todo es contractual y lo único que falta es buscar el lugar. Yo acepté venir y estoy viviendo aquí porque era urgente que lo hiciera para trabajar. Soy quién conoce las colecciones mejor que nadie y el único que habla cuatro idiomas. Soy historiador del arte, artista plástico y filósofo, soy una combinación muy rara de encontrar y me causa algunos problemas algunas veces. También suscita envidias, aunque los envidiosos son gente muy pequeña y los admiradores muy grandes.

¿Hay mucha mercantilización en el mundo del arte actualmente?

Sí. Es horrible. Me enteré que en el Guggemheim Bilbao el 70% de sus ingresos económicos vienen de la tienda del museo. También ocurre en el Thyssen, en cada piso hay vitrinas cuando sales del ascensor con reproducciones de pintura sobre tela, pero es puro kitch, yo nunca lo permitiría.

¿Qué papel juega internet  para los coleccionistas y, sobre todo, para los artistas? ¿Se dan a conocer nuevos autores que de otra manera no tendrían salida?

Es muy importante si la persona  que lo está usando lo sabe usar. También puede ser muy dañino. Los nuevos estudiantes de pintura en arte visual ya no van a los museos porque buscan las imágenes por internet. ¿Pero que es lo que hace a una pintura diferente a una fotografía?  Estas últimas son lisas y las pinturas son táctiles. Así que cuando uno mira una fotografía de una pintura lo que está mirando es una fotografía y no una pintura.

Una crítica de arte francesa bastante conocida, Anne Le Brun, dice que el espectador no es libre en el arte contemporáneo, que está muy dirigido. ¿Está de acuerdo? También insiste en que el arte contemporáneo es el reciclaje de la basura.

Yo coincidí con la famosa historiadora americana, Barbara Rose, que es mi amiga, sobre este mismo tema. No estoy en contra de un postmodernismo contemporáneo a su tiempo como fase transicional, pero después de setenta años no se puede seguir haciendo. Le escribí a Barbara para decirle que es lo que sigue gustando, que nadie es capaz de decir que el emperador va desnudo como se atrevió un niño cuando vio su traje transparente. Yella me contestó que es peor que eso, el problema es que ni siquiera hay un emperador.

¿Nos volvemos locos con las marcas y las modas, con los trabajos de ciertos artistas, hagan lo que hagan, sea de calidad o no?

Pero no quiere decir que en los últimos setenta años no haya habido nada nuevo, lo que digo es que lo único reconocido es lo viejo, el postmodernismo. Nuestra exposición identificó que hay una nueva pintura desde hace años que obedece a nuevos principios que no está enraizada en Picasso, sino en Miró porque trata de espacios cósmicos  y no lineales. Y hay artistas, como el primero que expondremos en Toledo, Werner Mannaers, que ha reconciliado a Picasso y Miró, que se creía irreconciliables, sus espacios que eran corrientes opuestas.

Roberto Polo podría ser perfectamente un buen personaje para una biografía. ¿No se lo ha planteado nunca con tantas anécdotas, polémicas, historias y  buenas relaciones en el mundo del arte?

No. Nunca la haría porque no tendría credibilidad y tendría que hacerlo algún investigador, alguien que verifique todo porque si no sería algo narcisista. La mejor biografía es el museo. Además, tengo dos propuestas, una de Sotheby’s, sobre mi vida y el museo, parte de haber sido seleccionado con el museo, y un posible largometraje de Hollywood sobre mi vida con una gran productora y guionista americana con la que trabajaré en otoño.

¿Con este proyecto en Toledo y Cuenca pretende hacer historia?

Obviamente, este proyecto es un sueño que se convierte en realidad y todavía me pellizco para ver que lo es. Pero si me hubiera muerto antes ya habría dejado mi rastro porque uno no puede entrar en el Metropolitan sin ver tallado mi nombre en piedra. Igual ocurre en el Louvre. Mi currículum vitae de filántropo tiene alrededor de 25 páginas y la versión abreviada tres páginas. Cerré un día mi galería de arte, aunque no es ilegal tenerla al margen del museo en Toledo, porque no me sentía cómodo y pensé que no era correcto. He cambiado mi vida y mis raíces, que estaban en Bélgica, para ayudar, para ser embajador, es una obligación moral.

¿Toledo llegará a ver alguna obra suya como artista en el museo algún día?

En este museo no, no soy arrogante. Pero dicen ciertas personas, como la historiadora Barbara Rose, que escribió sobre mi obra sin conocerme cuando tenía 16 o 17 años, que nunca comprendió por qué cesé como artista. Exponer algo mío en Toledo sería pretencioso.

¿Se le ha quedado alguna espina de alguna obra que haya querido comprar? ¿Se le resiste algo con ese ojo que tiene para moverse en el mundo del arte?

Sí. El dinero nunca es suficiente. Tengo un amigo que me enseñó mucho sobre el gusto y la manera de ver el arte, uno de los grandes marchantes de artes decorativas de la historia, Jean Marie Rossi, que estuvo casado con Carmen Martínez Bordiu. Siempre me ha dicho que soy un genio, pero dice que soy más genial cuando estoy pobre porque estoy obligado a ser más selectivo todavía.