El primero de los dos grandes favoritos (tres  si contamos al Atlético, cuatro al Sevilla, cuya solidez en tiempos de duda le otorga una plaza en las quinielas) echó a rodar. El Madrid de Zidane, de Benzema, ya no de Bale, de dos muchachos de Brasil (Vinicius y Rodrygo) que a veces tendrán su día y muchas otras no, y de Marvin y de Arribas buscando un gol en el Reale Arena. Y se quedó a cero porque le fallaron dos cosas:ritmo y goles.  

El ritmo...

Zidane ha ido tejiendo un equipo que presiona de maravilla, roba y mata a la carrera. Pero quizás no es la mejor forma de arrancar cuando todavía no hay piernas. Durante media hora, el conjunto merengue fue intenso y en ciertos momentos brillante. La media hora siguiente, contemplativo y a ratos cansino. La última media hora, de ‘que esto termine cuanto antes’. Tenía enfrente a otro equipo con similar ritmo, carga de entrenamientos pero buenos peloteros, y el resultado final fue de cero a cero porque Thibaut Courtois paró más que Álex Remiro.  

... y los goles

En dos veranos al Real Madrid se le ha caído un buen puñado de goles. Todos los de Cristiano primero, todos los de Bale después. Que sí, que el galés apenas había jugado un 49 por ciento de los minutos desde 2014, pero su instinto y relación con el gol está en las botas de Benzema y punto. Y del Benzema goleador, que juega menos minutos que el Benzema que casi todo lo hace bien. 
A los blancos les faltó gol, sí, pero hay que echar la vista un poquito hacia atrás para recordarle cómo el campeón menos prolífico en 17 años, el Valencia de la 01/02, fue campeón de Liga con apenas 51 goles marcados (el Atlético, por si alguien se lo pregunta, ganó la 13/14 con 77) y el Madrid de Zidane, a pesar de todo infalible en la Liga post-confinamiento, se quedó en 70 dianas. 
Hoy el fútbol cabalga por otros derroteros: Bayern, PSG, Liverpool o City, etcétera: todos golean mucho más de lo que encajan. Puede ser... cuestión de ritmo.