Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Aquí estamos, 2022

13/01/2022

Queridos lectores: no me convence este 2022, cuya esperanza se diluye en un eterno hastío que nos hace dudar de la inteligencia de la especie humana. Y, más concretamente, de ciertos gobernantes. Les confieso que en algunos de mis momentos de exaltación he llegado a fantasear con la llegada de un Clint Eastwood, de mirada fría pero elegante, que ponga fin a los encierros de mayores en las residencias, que tango gustan a Page y a su consejero, de crueldad intolerable. Incluso he echado de menos a un Michael Douglas, que explote en su particular día de furia contra estas dictaduras de medio pelo que protagonizan virreyes autonómicos ávidos de poder. Tranquilos, son meras argucias de la imaginación, porque mis armas se reducen a las palabras, mezcladas con ironía y algún exabrupto propio de la rica lengua castellana.
Ya ven, debo ser una de las afectadas por los trastornos de salud mental que están causando el virus y una sarta de mediocres gobernantes. De la rabia, de la ira, pasamos a la impotencia, al cansancio a la desesperación, a comer carne de lo que sea… Incluso a invitar a nuestros osos de peluche a que participen en la huelga de juguetes, ya que los sindicatos están tan contentos con su reforma laboral que no les preocupa la subida del IPC, el aumento de los precios de la luz, de los carburantes o de los alimentos, cuestiones que sí nos quitan el sueño al resto de los mortales.
Así estamos, con la ómicron empujando y un sinfín de medidas incoherentes para frenarla. No obstante, esta sociedad distópica nos impone mirar la vida con alegría y, como acudir en busca de psicóloga a la sanidad pública es misión imposible, he apostado por la autoayuda, con noticias positivas, vibrantes. Una me ha llegado al alma: los cuarenta años del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha. ¿Cómo se quedan ustedes? Pues yo también. Lo veo venir: se constituirá una comisión para loar una efeméride que, más que invitarnos a celebrar, nos conduce a dudar de la gestión de una comunidad autónoma que sigue estando a la cola. Eso sí, seguro que este año contamos con himno. Les apuesto que lo interpreta Rozalén. Sonrío.
Mientras esperamos, expectantes, qué nos depara lo del Estatuto, creo que hemos de aprovechar este año preelectoral para pedir explicaciones de lo que han hecho nuestros gobiernos. Tenemos que exigir que cumplan lo prometido, caso de Page con el Hospitalito del Rey, o de Tolón con Vega Baja, los árboles, los suelos, pufff, porque los próximos doce meses no se pueden convertir en un mal sueño con la enésima u duocécima variante de la covid acechándonos y unos políticos decidiendo, sin aval científico alguno, cómo van a demostrar que se preocupan por sus vasallos. Eso ya no cuela.
En cuanto a la oposición, ya están tardando en mostrarnos sus cartas, sus candidatos y sus propuestas. Les recomiendo y les imploro que sean creíbles, razonables y sinceras, que ya vamos servidos de una buena carga de mentiras.
Como verán, los Reyes Magos me han traído una dosis de rebeldía, que espero utilizar con la experiencia que me da la edad y con el entusiasmo que me sigue guiando para intentar que mi ciudad y mis gentes reciban lo que se merecen. Que no es poco. Aquí estamos, 2022. Valientes y sin miedo a nada.