«Me preocupa que las elecciones sean una lucha fratricida»

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El director de la Escuela de Arquitectura considera que «esta ciudad es como una alcachofa: tiene un corazón magnífico, pero una periferia mala»

«Me preocupa que las elecciones sean una lucha fratricida» - Foto: ï»VÁ­ctor Ballesteros

Toledo, en palabras de Juan Ignacio Mera, tiene el privilegio de haber acompañado desde sus inicios a la Escuela de Arquitectura de Madrid, la más antigua de España junto con la de Barcelona. «El antiguo plan de estudios obligaba a los estudiantes madrileños a venir a Toledo a dibujar», explica el director de la Escuela toledana. «Así que aquí es donde debemos estar. Cuenca, Albacete o Ciudad Real son grandes ciudades, pero es Toledo, con su antigüedad, con su patrimonio, lo que nos potencia».

Han pasado ya más de dos meses desde el inicio de las clases en la nueva sede provisional. ¿Están satisfechos con las clases en el antiguo Edificio Toletum?

Este edificio nos ha permitido convertir en realidad un viejo sueño de las escuelas de arquitectura, algo que hemos visto hacerse realidad en Harvard o en el Instituto Técnico de Illinois, construido por Mies van der Rohe: se trata del espacio común. Esas dos instituciones, probablemente las más prestigiosas del mundo para el aprendizaje de la arquitectura, rompen el esquema tradicional del aula cerrada. Eso mismo es lo que nos hemos visto obligados a hacer aquí, debido a la pandemia. Aprovechando, además, un edificio transparente, que transmite la idea de que en la universidad se trabaja no solamente en horas de clase. Este edificio, por otra parte, tiene la ventaja de ofrecer una gran cantidad de espacios abiertos, terrazas, porches, en diferentes niveles: eso también tiene que ver con la arquitectura, permitiéndonos aprovechar zonas comunes sin que suponga ninguna molestia. Proponer que la Escuela de Arquitectura se instalase en el Edificio Toletum fue una operación tan ingeniosa como inteligente, conociendo sus antecedentes. ¿Qué mejor uso se le podría dar que el de universidad? Nosotros no nos quedaremos aquí para siempre, pero después podría ser ocupado por otras titulaciones. Ojalá sea así. No hay nada mejor para una ciudad universitaria que el hecho de que la propia universidad salga a recibir a sus visitantes hasta la entrada.

Diez años después de iniciar su andadura, la Escuela de Arquitectura de Toledo se ha convertido en una de las facultades más dinámicas de esta ciudad.

Ahora empezamos una segunda fase. Estos diez años han sido muy buenos. Nos han permitido experimentar, probar y potenciar. Intentamos entender la enseñanza como un todo y procurar, con nuestras actividades y conferencias, transmitir el sello de la UCLM lo más lejos posible. Hace una década era impensable decirle a un estudiante de Castilla-La Mancha que estudiase la carrera de Arquitectura y luego se fuese a su pueblo para arreglarlo. Eso sonaba a chino. Parecía que solo había ofertas de trabajo fuera. Hoy, más que nunca, está claro que somos un servicio social que revierte sobre el territorio.

¿También sobre la propia ciudad?

Claro. Aquí hay mucho trabajo para nuestros estudiantes. Toledo debe seguir creciendo, pero, ante todo, crecer bien. Esta ciudad es como una alcachofa: tiene un corazón magnífico, pero una periferia mala. Aquí el reto no es solamente el Casco, que también (con retos como la despoblación y el cierre del importante patrimonio de los conventos); la periferia también debe ser cuidada. Lo mismo que el río. Y la Vega Baja, donde debería haber un gran parque arqueológico. Aparte, también está la restauración. Un arquitecto hindú me comentó recientemente la suerte que tenemos de vivir en una ciudad real. No real por haber sido sede de la realeza, sino por conservar su realidad. Su identidad. Munich o Dresde, desgraciadamente para ellas, no son reales, puesto que fueron arrasadas y reconstruidas. A mí me encantan, pero Toledo va más allá.

¿Cómo está viviendo la Escuela las nuevas elecciones a rector?

Con mucha tranquilidad. Los dos candidatos son buenas personas, honorables e inteligentes. Ahora bien: no me gustan las voces que plantean que el rector de la Universidad de Castilla-La Mancha debe ser amigo del presidente de la Junta de Comunidades para recibir más dinero. Eso no debería ser así. Es obligación del presidente, esté quien esté, aportar una financiación lógica para esta universidad.

¿Y no teme que uno u otro candidato incline la balanza?

Repito que son dos buenos candidatos. Lo que de verdad temo es que sus aspiraciones a convertirse en el nuevo rector les lleve a confrontar entre ellos, siendo, como fueron, parte de un mismo equipo. Hay que recordar que Julián Garde trabajó como vicerrector con el rector actual, Miguel Ángel Collado. Y no me gustaría que el enfrentamiento -y lo digo sinceramente- atrajera a las filas de Garde a antiguos rivales de su oponente, porque un equipo directivo no es solamente el rector, sino también quienes le acompañan. Creo que corresponde a Collado cerrar la crisis que ha traído consigo la pandemia y seguir afianzando proyectos abiertos, como las nuevas titulaciones o el campus de Talavera de la Reina. Julián Garde sería un magnífico rector una vez que Collado cediera el testigo tras una última legislatura: ahí es cuando recibiría un apoyo unánime por parte de todos.

¿Cuál es, desde su punto de vista, la principal fortaleza de ambos?

Creo que Miguel Ángel Collado ha aportado a la Universidad de Castilla-La Mancha un aspecto esencial: la capacidad de mirar hacia fuera. Cualquier universidad, por definición, debería trascender más allá de su territorio. Desgraciadamente, en estos tiempos, la tendencia es hacer todo lo contrario. Collado ha sido un gran rector y ha sabido sacarnos de una situación económica terrible. Hace falta alguien así para remontar las situaciones adversas. Ojo: también podría decirse de Garde, puesto que formó parte del equipo de Collado en su momento.

En definitiva, ¿qué recomienda hacer en las elecciones del próximo 3 de diciembre?

Solo pido a la gente que vote. Que reflexione bien y que con su voto no contribuya a un enfrentamiento. Y más allá del resultado de las elecciones a rector, pido que nos sigan apoyando, porque la Escuela de Arquitectura aporta mucho a la Universidad de Castilla-La Mancha. No estoy hablando solo de ayuda económica, que también. Me refiero a otro tipo de apoyos, que consiste en dejarnos trabajar con libertad, con plena confianza en el trabajo que hacemos. La libertad, tanto de pensamiento como de acción, es esencial. La universidad nunca debería ser un espacio en el que estudiantes y profesores se sintieran cohibidos. Hay algo propio de las escuelas privadas de arquitectura -al menos, las que yo he conocido, en torno a Madrid- que me da mucha rabia, y es la dichosa eficacia. Obsesionarse con la eficacia las ha hecho fracasar. La universidad es mucho más que eso: es pensamiento, es poesía, es liberarse de corsés. ¿Qué habría sido de Galileo si se hubiera mantenido completamente fiel a las enseñanzas de sus profesores? La universidad está para poner en entredicho, para cuestionar. De lo contrario, es una autoescuela.