El arzobispo pone al Consistorio en la diana de sus críticas

A.D.M.
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Braulio Rodríguez pide «responsabilidad en lo que se dice y acusa» a la polémica exposición de Fernando Barredo de Valenzuela y también al «actual propietario del inmueble»

El arzobispo pone al Consistorio en la diana de sus críticas - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

El arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez Plaza, ha situado al Ayuntamiento en el blanco de sus críticas hacia la polémica exposición ‘Pederoclastia’, instalada por el artista plástico y político Fernando Barredo de Valenzuela en el interior de la iglesia de San Vicente, sede del Círculo de Arte de Toledo. 

En su escrito semanal, el prelado considera que «el actual propietario del inmueble» es corresponsable de un ataque -que no es otro que «denunciar la atroz pederastia practicada, consentida, encubierta y hasta premiada en el seno de la Iglesia Católica», según Barredo de Valenzuela- el cual, a ojos del prelado, «nada tiene que ver con la libertad de expresión y sí con la responsabilidad en lo que se dice y acusa».

El texto de Rodríguez Plaza, titulado «Vivir en una época neopagana», añade que «si esos insultos -la representación de un obispo de seis brazos unido por cadenas a niños de diferentes edades, acompañado de eslóganes tales como que la Iglesia española «es una garrapata aún más grande que el perro Estado del que sigue chupando sin parar»- fueran dirigidos contra otra religión, tal vez se daría otro tipo de contestación». Algo que los fieles demuestran, «en tantos países donde son perseguidos solo por ser cristianos».

Según el arzobispo de Toledo, la pederastia «es problema de toda la sociedad española» (no solamente de los sacerdotes católicos) y «abunda más» en los ámbitos de la «familia, centros deportivos y otros». En el caso de esos sacerdotes «tampoco» es admisible, continúa el escrito, «si está probado». En este sentido, Braulio Rodríguez Plaza traslada la atención no hacia los centenares de testimonios de las víctimas que han sufrido episodios de abuso, sino a lo «inadmisible» de condenar a sacerdotes «sin tener seguridad y dejándose llevar de tópicos». El prelado tampoco tuvo reparos en acusar de «lo que inventan» -«determinados»- medios de comunicación.

«Vivir en una época neopagana» comienza alertando sobre nuevas «culturas» [entrecomillado en el original] que «son muy activas y quieren en muchas ocasiones afirmar que la Iglesia Católica se ha convertido en enemiga, en todo caso opuesta, del mundo y de la vida». Quienes así se reconozcan, según Rodríguez Plaza, no deberían extrañarse de que «no nos resulte aceptable a los católicos» asumir conceptos como «el sexo libre» o «la ideología de género», concepto que para el arzobispo de Toledo «no es, desde luego, igualdad entre los sexos». Quienes aplauden iniciativas como esta instalación de denuncia, en definitiva, «se insultan a sí mismos, por mucho que crean que están en primera línea de pensamiento crítico». Para el prelado, «no lo demuestran».

Antigua polémica. Hace doce años, cuando Braulio Rodríguez Plaza no había llegado aún a la ciudad, tuvo lugar en el mismo escenario, la iglesia de San Vicente, otra polémica relacionada con la celebración del primer Concilio Ateo, organizado por la Federación Internacional de Ateos (FIDA) bajo el lema «El desafío de los fundamentalismos». El simposio, en el que participaron personalidades como el exembajador español en el Vaticano, Gonzalo Puente Ojea, iba a finalizar originariamente con una actuación del intérprete italiano Leo Bassi, la cual tuvo que ser trasladada al Arco de los Sindicatos debido a las presiones del Arzobispado y del propio Ayuntamiento, al cual acababa de incorporarse como alcalde el actual presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.