Pilar Gómez

MIS RAZONES

Pilar Gómez


Entre la alarma y el pánico

29/11/2021

Poco se sabe sobre la nueva variante pandémica venida de Sudáfrica. Poco salvo que las primeras informaciones científicas hablan de que todavía es pronto para saber algo, eso sí, que se trata de una variante muy agresiva y que podría sortear el muro de contención levantado con las actuales vacunas. Un contratiempo inesperado, un problema sobrevenido justo en vísperas de las fiestas navideñas. A pesar de que hasta el momento tan sólo se han detectado un centenar de casos, las autoridades europeas han reaccionado con rapidez y han suspendido los vuelos con la región del sur de África a los aspectos de contener los previsibles contagios. Alemania, Italia, Francia, República Checa y otros países europeos han tomado la decisión de cancelar el tráfico aéreo con la zona afectada. En España, sin embargo, la titular del ramo, Carolina Darias, ha subrayado que se va a reaccionar con rapidez y que se adoptará esta decisión sobre el tráfico aéreo en el Consejo de Ministros del próximo martes. Rapidez no es precisamente la palabra que puede definir la respuesta del Ejecutivo de  Pedro Sánchez que, muy en su línea, opta por mirar hacia otro lado y cargar la responsabilidad de la lucha contra la enfermedad en los gobiernos autonómicos.
Casi dos años después del arranque del mal, el Gobierno socialcomunista no ha sido capaz de aprobar un marco legislativo adecuado para enfrentar esta situación que, indudablemente, ha desbordado todo tipo de previsiones. El estado de alarma decretado por el Ejecutivo ha sido declarado ilegal por el Tribunal Constitucional en dos ocasiones, decisión que posiblemente en una democracia seria y madura habría costado el cargo a más de un alto dirigente. Aquí no pasa nada, se legisla contra la Constitución y se reciben las sentencias como quien oye llover.
Las bolsas mundiales reaccionaron con estruendo a la aparición de la nueva variante patógena. No se sabe apenas nada sobre sus características, alcances y peligros, sobre sus características y sus riesgos, pero de momento el pánico se ha erigido en protagonista de la nueva situación. Apenas es posible avanzar, con seguridad científica solvente, si las vacunas hasta ahora administradas tendrán efecto frente a la nueva embestida pandémica pero ya es norma ponerse en lo peor. Sería bueno que las autoridades, como están haciendo en estas horas científicos responsables y algunos, no muchos, políticos sensatos, se centren en serenar los ánimos de la población, enviar mensajes de prudencia y responsabilidad y no lanzarse por el terreno que conduce al apocalipsis. Todo es prematuro, salvo seguir guardando las normas de prevención y esperar a que los datos médicos que se vayan conociendo sobre este último episodio permitan orientar las medidas que han de adoptarse en el inmediato futuro. Es imprescindible pedir calma y, por supuesto, conservarla. Hay que demostrar que algo hemos aprendido tras un bienio de pesadilla.