«El criterio científico riguroso no ha sido nítido»

C.M.
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El catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid, César Nombela, analiza la evolución del virus para La Tribuna

César Nombela, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid. - Foto: La Tribuna

El catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid, César Nombela, analiza la evolución de un virus al que sólo es posible enfrentarse con «actividad científica». En este punto, este toledano (Carriches) discípulo de Severo Ochoa y nombrado presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1996 por el Gobierno de José María Aznar, destaca la enorme de información científica acumulada en estos meses y el valor de «manejar la misma información para ir contribuyendo a entender mejor las cosas».

¿Por qué este virus es altamente contagioso?

Todavía no tenemos una respuesta clara, si miramos antecedentes está demostrado que los coronavirus son un conjunto muy amplio de virus que pueden afectar a animales y a la especie humana. Los hay a millones, y muchos todavía no los conocemos.

Pero se sabe desde hace tiempo que hay un reservorio fundamental, que es el murciélago, y que ha habido episodios en los que partir de estos animales, por cambios o modificaciones  genéticas, pueden pasar a la especie humana.

Habla de antecedentes

Sí, hay antecedentes. En 2002 hubo otro virus -SARS- que producía un cuadro respiratorio, también en China, que se extendió a varios países con más de 8.000 infectados, más de 800 muertos y que se acabó extinguiendo por sí solo. Otro tuvo lugar en Oriente Medio -MERS-, estos antecedentes permiten pensar que hay circunstancias en que esos virus pueden surgir.

Parece improbable que desaparezca, pero ¿es posible que pueda mitigarse con el tiempo?

La extensión ha sido muy grande y es difícil pensar que el virus se va a extinguir. También hay que decir que los virus evolucionan hacia una mayor tolerancia con el hospedador, hacia ser menos agresivos. Este virus para un porcentaje muy elevado para la población no es muy agresivo, pero es una muy difícil especular sobre loa que puede ocurrir. Creo que es razonable pensar que el riesgo de contagio pueda disminuir con la estación cálida, es razonable pensarlo, pero también es lógico pensar que el virus, como tantos otros, nos puede seguir acompañando.

Se ha referido al enorme esfuerzo de investigación que se está desarrollando.

Hay un esfuerzo farmacológico impresionante que, sin duda, irá perfilando mejor como tratar esta enfermedad. Al mismo tiempo, muchos clínicos transmiten su experiencia con nuevas facetas que encuentran en la enfermedad.

Lo que emerge, desde el punto de vista curativo, es poder tener un tratamiento preventivo, es decir, una vacuna. Sobre cuándo podemos tenerla, nos encontramos con que la verdad es que desarrollar una vacuna puede llevar años, muchos, o incluso no encontrarla. Por ejemplo, ante el Sida han surgido muy buenos fármacos que permiten controlar la enfermedad, pero no hay cura a pesar de que se lleva intentando mucho tiempo. También pasa con la hepatitis C.

Cifrar esperanzas en una vacuna eficaz es importante, pero nos falta mucho para saber cuál es el grado de protección que podemos adquirir con la infección. Y en eso también hay polémica, creo que el haber padecido la infección sí que inmuniza.

¿Cree posible que este virus pueda ser susceptible de vacunación?

Por la indicación científica parece que sí, quizá puede obtenerse parte del virus o el virus entero de otra forma, de manera que pudiera suministrarse con seguridad para inducir defensas, anticuerpos y defensas inmunitarias celulares en organismos vacunados. Como dentro de ese esfuerzo científico resulta que las mismas autoridades que lo regulan plantean formas más creativas, se está permitiendo que algunos prototipos de vacunas iniciales se estén administrando en voluntarios con una seguridad razonable para, a partir de ahí  pensar una vacuna.

Eso significa identificar el producto, probarlo, demostrar que es eficaz y producirlo en escala, todo el mundo lo aventura en mínimo un año y ojalá sea menos., aunque es muy posible que sea mucho más.

Por eso en muchas de las expectativas impactan en la economía, las noticias sobre posibles vacunas despiertan mucho interés, desde que se incrementan en bolsa hasta que los países se pondrán a ver cómo se hacen con ella cuanto antes y habrá que pagarlo.

De todas formas los médicos y los clínicos están abordando un cuadro que es nuevo y un agente infeccioso que también lo es.

La estructura genética del virus la conocemos con todo detalle desde principio de enero. Tiene la ARN (muy diferente de los que tienen ADN) como material genético, una sola cadena de 30.000 eslabones aproximadamente y se conoce toda la secuencia y no sólo el primero, en el mundo se han aislado muchas veces y se han secuenciado 9.000 estirpes.

Los clínicos han echado mano de los que podían, primero tratando de dar soporte al enfermo, y empleando fármacos ya conocidos que han servido para tratar infecciones causadas por otros virus. Dos que empleamos para el Sida con una combinación de los agentes antivíricos que se emplean para el HIV, y también con fármacos muy clásicos como es la cloroquina. Parece que pueden ser útiles junto a otros que combaten la inflamación, porque los enfermos que más se agrava el virus desarrollan un proceso inflamatorio muy serio.

Lo que sucede es que ninguno de estos tratamientos se ha demostrado que fuera útil en la forma en que se hacen estas demostraciones. Eso sí, está e marcha 300 ensayos clínicos en el mundo, y no exagero, con estos fármacos y otros parecidos.

Lo que parece evidente es que una de las lecciones que hay que aprender es la relativa a la necesidad de dotar a la investigación de los mejores recursos porque estamos en sus manos.

Hay muchos científicos que incluso son experimentales y han reconvertido su línea de trabajo para apoyar esta investigación, hay otros que están aparcando sus ideas para hacer diagnósticos, como algunos de mis compañeros en la Complutenses, que se están aplicando en hacer test de manera masiva. Y la ciencia de datos, la inteligencia artificial, permite modelizar  y hacer mejores previsiones.

Eso tiene que ayudar a la humanidad a progresar para salir adelante en una pandemia como esta que no es la primera que ha sufrido. La gripe que se llamó española, que no lo era pero se llamó así porque España fue el único país que informó en el año 18 y 19, produjo 50 millones de muertes en el mundo.

Y esta es una pandemia que nos llega en la era de globalización, de interdependencia económica y sanitaria, de gran movilidad, y eso plantea problemas que en  otras épocas no existían.

Por eso la labor del investigador es imprescindible y, sobre todo, la escucha por parte de los responsables políticos.

No hay salida sin la actividad científica. Yo también es esto he reclamado, aunque me han hecho caso nulo, que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas -del que yo fui presidente y en el que tuvimos alguna emergencia diferente más reducida-, cree un comité científico de la institución junto con otras, porque el CSIC tiene la capacidad de emitir informes y propuestas que el Gobierno puede tener en cuenta según puedan o quieran.

Creo que debe haber una transparencia de esas medidas científicas que ahora no existe. Se dijo un poco tarde que se había nombrado un comité científico y no hemos visto ni un sólo informe publicado. Es más, el portavoz del Gobierno, una persona que ha logrado una gran imagen, cuando animó a asistir a la manifestación del 8M, o por lo menos dijo que era aceptable, perdió mucha credibilidad.

¿Cómo debería escucharse a los investigadores?

La visión de los expertos debería estar clara, nunca es exacta y a veces tampoco estamos de acuerdo, pero el criterio científico riguroso e independiente debe aparecer muy nítido desde el principio, y en este caso no ha ocurrido así. De hecho, algún experto del Gobierno en febrero decía que esto en España no tendría la menor relevancia y tras los primeros casos en Canarias, que se identificaron rápidamente y parecía que se podía controlar,  se confirmó que no había capacidad para diagnosticar y atender.