La gripe de 1918 en Toledo y provincia (VI)

José García Cano
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Realmente para aquella gripe española no hubo vacuna efectiva, aunque para el resto de enfermedades mortales como la viruela, la rabia o el cólera sí que había vacunas probadas y efectivas

La gripe de 1918 en Toledo y provincia (VI)

Con el asunto de la vacuna sobre la mesa, las noticias sobre la bajada de casos de gripe española o influeza -como también la llamaron- eran buenas, ya que en la prensa del día 27 de febrero de 1919 se anunció que la invasión gripal estaba próxima a extinguirse o al menos se podía contener como cualquier otra enfermedad más de la época. No obstante, en algunas localidades reapareció la gripe, como Camuñas donde en pocos días subieron los contagios exponencialmente o en Cedillo del Condado, Villarrubia de Santiago y Villafranca de los Caballeros. Desde el extranjero llegaban noticias alentadoras como la que difundió el Instituto Pasteur, donde se había preparado un suero contra la gripe, cuyos resultados al parecer eran satisfactorios. Esta vacuna francesa contenía diez mil millones de bacterias por centímetro cúbico «muertas por el calor» de los cuatro principales microbios hallados en las lesiones gripales del pulmón: pneumococo, sireptoceco, bacilo de Pfeiffer y micrococo áureo. Los doctores franceses Besancon y Legroux la habían probando con personas sanas, que no mostraron ningún tipo de reacción, para posteriormente aplicarlo a personas enfermas de gripe simple o con algún tipo de complicación pulmonar, con muy buenos resultados. Realmente para aquella gripe española de 1918 no hubo vacuna efectiva, aunque para el resto de enfermedades mortales como la viruela, la rabia o el cólera sí que había vacunas probadas y efectivas. Deberíamos esperar hasta los años 40 para que investigadores estadounidenses encontrasen la primera vacuna antigripal. El virus que provocaba la gripe no fue aislado hasta muchos años después (1933), distribuyéndose la primera vacuna de una manera global en 1945. Durante aquellos años de 1918 y 1919 las supuestas vacunas realmente no curaban de la gripe, ya que atacaban a las bacterias como el bacilo de Pfeiffer, pues se pensaba entonces que eran las causantes de las neumonías.

Ante la inminente celebración de las fiestas de carnaval en nuestra provincia, el Gobierno Civil decidió que se celebrasen los actos previstos ya que el número de casos había descendido progresivamente, aunque se prohibió el uso de papelillos y serpentinas en los bailes y se obligó a desinfectar convenientemente los salones. A pesar de ello algunos técnicos sanitarios -como era lógico- temían que ante las aglomeraciones que se formaban anualmente en los bailes, volviesen a aumentar los casos de gripe encontrándonos ante lo que llamaríamos hoy el temor a una ‘nueva ola’ posterior a la festividad del carnaval. Avanzando el mes de marzo de 1919 y teniendo bastante controlada la epidemia en la mayor parte de los pueblos, así como en la capital, destacamos el caso de Los Yébenes donde se constatan más de 100 casos de contagio por gripe. A esta localidad llegaban enfermos los trabajadores del campo y ganaderos, procedentes de las diferentes quinterías y casas de campo del término municipal. También se notificaron los aumentos de contagiados en Orgaz donde fallecieron dos personas. Navahermosa fue otro de los lugares donde en poco tiempo se volvió a propagar la gripe rápidamente, donde en poco más de doce días se registraron 38 defunciones; el párroco de la localidad también se encontraba afectado, habiendo familias que contaban con hasta cinco personas enfermas en cama, dándose el caso de que muchos vecinos se negaban a cuidar y auxiliara otros que estaban en cama por el miedo al contagio.

Entre las anécdotas que se sucedieron por aquél entonces, encontramos por ejemplo la petición de los sepultureros municipales de Toledo, los cuales solicitaron una paga extraordinaria ante el aumento considerable de enterramientos y por ello se les consideraba unas víctimas ignoradas de aquella gripe; argumentaban que en algunos días de febrero habían enterrado hasta quince cadáveres. Otras noticias y recomendaciones dadas en aquellos momentos y que resultan cuanto menos curiosas, son las ofrecidas por la Junta de Sanidad, quien estimaba que como medida profiláctica contra la gripe los vecinos se debían mudar de ropa interior cada ocho días, así como «lavarse la cara todas las mañanas». Recordemos las palabras que se ofrecían a los toledanos para tranquilizar los ánimos y sosegar a la población: «La gripe está ya vencida para siempre gracias al Gobierno, gracias a los sabios, gracias a nuestro Ayuntamiento y gracias también al interés que todos hemos mostrado en implantar en todo momento la más delicada limpieza… La gripe ya no es más que un fantasma, que pudo asustarnos hace un año, pero que hoy nos inspira risa». Palabras que intentaban quitar mucho hierro al asunto, pero que demostraban osadía a la hora de dirigirse a un población que aún seguiría sufriendo durante una buena parte del año 1919 las tristes consecuencias de aquella epidemia, que como la actual COVID-19 no permite relajarse ni hacernos sentir confiados por muy bien que marchen las cifras.