«¿Por qué ahora solo somos una especie si antes había más?»

Elena Camacho (Efe)
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El científico cree que el Homo Sapiens ha triunfado por encima de todos los demás, conquistará el espacio, superará el reto climático y evitará la destrucción de la Tierra

«¿Por qué ahora solo somos una especie si antes había más?» - Foto: Kiko Huesca

Durante miles de años, muchas especies humanas compartieron la Tierra, pero solo quedó una, el Homo sapiens, un grupo evolutivo al que Juan Luis Arsuaga ve conquistando el espacio en viajes sin retorno como «los de los navegantes polinesios que llegaron hasta Hawái y nunca volvieron a casa».

Para este científico, que acaba de presentar un nuevo libro, Vida, la gran Historia, la expansión del ser humano a otros mundos depende de dos cuestiones: la rentabilidad, porque «si hubiera oro, hace tiempo que lo habríamos colonizado, y en la Luna habría una base o una ciudad»; y los límites de las leyes de la materia que dicen que no podemos viajar más deprisa que la luz.

 

¿Por qué ha escrito este libro?

Porque es el libro que llevo escribiendo o que he querido escribir toda mi vida; recoge las grandes preguntas de la teoría de la evolución desde el principio pero no se limita a narrar, sino que intenta abordar las grandes cuestiones que se han discutido en los últimos 75 años.

 

¿Y qué preguntas son esas?

Principalmente determinar si la evolución es lineal y las especies se encadenan en una secuencia, o si es ramificada y, si es así, por qué solo somos una especie ahora, qué ha sido de las otras.

También hay preguntas sobre el origen de la conciencia, la solidaridad, el egoísmo, la libertad, el pensamiento simbólico, o el arte, que no sabemos por qué o cómo han surgido y si era inevitable que sucediera, es decir, abordamos la Historia y la intrahistoria.

 

¿Cuándo aparece la inteligencia?

No estamos de acuerdo en si está desde el principio de la evolución ni si éramos los únicos. Todavía estamos determinando si otras especies como los neandertales tenían lenguaje, pensamiento, consciencia y arte o no..., pero sabemos que es un fenómeno relativamente reciente de la Historia de la evolución, y si por inteligencia entendemos lenguaje, esta existe en nuestros antepasados y no tiene más de un millón de años.

 

Después de que los primeros homínidos salieran de África, hubo una amplia variedad de seres (habilis, naledi, erectus...) y todos muy similares, ¿cómo se explica? 

Esta es una de las grandes preguntas de la biología y la evolución. Algunos autores sostienen que solo ha habido una especie en cada momento en la Tierra y que se han ido sucediendo, y otros autores -entre los que me encuentro- defendemos la existencia de varias a la vez hasta hace 40.000 años, en que una de ellas, la nuestra, se extendió por el planeta y eliminó a las demás.

 

¿Qué pasó?

Que competimos con las otras, ocupamos su lugar, las excluimos y las hicimos desaparecer.

 

El yacimiento de Atapuerca, del que es codirector, es fundamental en su vida y en la paleontología. ¿Cuál ha sido la mayor aportación?

Atapuerca ha dado muchos fósiles humanos de un período de tiempo muy amplio. Tiene un registro de la evolución de más de un millón de años pero, además, demostró que la llegada del hombre a Europa no tuvo lugar hace 500.000 años como se pensaba sino hace más de un millón, es decir, ha duplicado su Historia en el Viejo Continente.

 

¿Cuáles son las grandes cuestiones pendientes de resolver para la paleontología?

Yo citaría, por ejemplo, el origen del altruismo y la cooperación y cómo apareció la solidaridad y quizá el nacimiento de la característica más destacada: el pensamiento, un proceso que ni la neurociencia actual sabe cómo se produce.

En los últimos 40.000 años ¿hemos cambiado?

El gran cambio de la evolución humana no ha sido biológico sino cultural y se produjo hace 11.000 años con la aparición de la agricultura y la ganadería.

¿Es la crisis medioambiental actual producto del Neolítico?

Obviamente. En el Paleolítico no había más cantidad de seres humanos que de leones y osos, éramos una especie más que pintaba las cavernas pero su capacidad de impacto en el medio era mínima. El gran cambio, nuestra capacidad transformadora, empezó en el Neolítico y ha producido una extinción en masa, una gran destrucción y nos sitúa ante problemas de desajustes entre poblaciones humanas, de desequilibrios en los recursos naturales que suelen acabar en fricciones y conflictos.

Nos enfrentamos a una cuestión seria, que espero podamos resolver porque también existe la capacidad de ser felices en este planeta.

El transhumanismo plantea, con ayuda de la tecnología y la genética, mejorar nuestra calidad de vida, combatir el envejecimiento e, incluso, buscar la inmortalidad.

Yo de la inmortalidad descreo mucho. No me parece un objetivo para este milenio. Ahora mismo lo más que podemos plantearnos es prolongar la vejez, no la juventud, y la eterna vejez no es lo mismo que la eterna juventud. Es preferible apostar por la calidad de vida.

El transhumanismo es una posibilidad que yo no deseo y a la que me opondré con todas mis fuerzas. Es posible pero no deseable. Y aunque tengamos la tecnología y las posibilidades de modificar genéticamente al ser humano, no quiere decir que lo vayamos a hacer.