Los antecedentes, las intenciones… y el paro

Antonio Pérez Henares
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Sánchez supera la investidura, pero se augura un futuro negro para la economía de España

Los antecedentes, las intenciones… y el paro - Foto: Jesús HellÁ­n Europa Press

Los antecedentes e intenciones de los protagonistas producen un más que justificado temor, el presente se presenta emponzoñado y el futuro oscuro, con tendencia al negro. Pero tenemos presidente investido por el Congreso y por el legitimado y tendremos Gobierno, aunque tras las urgencias para lo suyo, ahora a Sánchez no le importa demorarlo. A partir de este momento, pues, por lo que habrá que juzgarlo será por sus hechos y resultados. Eso no significa, en absoluto, que no se pongan de inicio a consideración los mimbres con que está tejido ese cesto ni el guiso que se preparará. Un potaje que huele a olla podrida y que ya no es que pueda reventar el puchero sino que lo que haga estallar es la cocina y hasta la casa de todos. Porque, en efecto, los antecedentes y las intenciones son para preocuparse.

 De inicio, ya ha quedado patentado que el presidente ha hecho de la mentira su divisa. Ha mentido en todo, en lo más trascendental y de la manera más solemne, y a todos. Y resulta tal característica algo consustancial, sobreentendido a su persona y a cuyos efectos parece inmune que, de manera inaudita, ello ahora concita esperanzas en quienes más temen las consecuencias pactadas y por escrito de sus acuerdos con sus aliados para lograr sus votos. Que conseguido su objetivo haga con ello lo mismo que con sus nuncas y jamases proclamados: que los traicione y los incumpla. No deja de ser, a pesar de lo esperpéntico, una posibilidad a tener en cuenta. Aunque, en este caso, tiene un factor determinante que se lo impide. Que los necesita para mantenerse en el poder y ese poder, es evidente, es exacta y precisamente su exclusiva meta y obsesión única. Ese es, y no otro, el salvoconducto de sus socios.

 Las intenciones de estos son también muy claras. Podemos quiere escenificar un Gobierno en paralelo, de corte, y con una Corte de familia y sus vasallos, extremista, demagógico populista y eminentemente propagandístico que actúe de manera autónoma y, en muchos casos, hasta contradictoria y, esto es lo más peligroso, en connivencia con los aliados separatistas de la investidura, con quienes comparten el gran objetivo: dinamitar la Constitución, a la que desacreditan como «Régimen del 78» para enfangarla en cienos franquistas, despedazar y abolir su base esencial y fundacional: la Soberanía nacional y expropiar el voto del pueblo español allá donde a ellos les venga en gana y no les convenga para sus intereses.

En cuanto a los separatistas, desde ERC a los filoetarras de Bildu, sabiéndose imprescindibles han mostrado de manera descarnada, insultante y ofensiva su verdadera catadura y el odio y desprecio que profesan a España y a los españoles e, incluso, a aquel y aquellos con quien han pactado y a quienes ha rebozado su desprecio e insultos por la cara, sin que estos rechistaran siquiera. Los unos lo hacían con la soberbia prepotente de quien es imprescindible y los otros conscientes y genuflexos ante ello. Ha sido la parte más penosa de la investidura y lo que puede quedar de manera más candente marcado en la memoria colectiva. La población, más que nadie el voto socialista, puede asumir el pacto con Podemos, y ello no restarle, pero otro costal es la sumisión al separatismo que habrá de concretarse y que por mucho que callen barones y militantes deja una herida lacerante que puede acabar en hemorragia. Todo esto ha sido dicho y es sabido. Está presente y será probablemente el origen de los mayores y peores episodios febriles en el futuro. Pero no será lo único y hasta puede que no lo más determinante a medio plazo.

 Porque de lo que no se ha hablado ni querido hablarse en el Congreso ni en los terminales mediáticos es lo que asoma ya cada vez con orejas más lobunas. ¿Qué va a pasar con la economía y con el paro? Los más optimistas dicen que vamos a ir cayendo lentamente. Pero cayendo. La desaceleración esa que dicen. Eso los más optimistas. Hoy nadie quiere mirar hacia ese lado, pero lo cierto es que ya, y si contamos desde el primer día de Sánchez, hay un puñadito más de parados de los que había. Son cifras. Y otra, la del último trimestre del año que acabamos de pasar, canta que ya, y a pesar de las Navidades, el saldo de parados es también negativo. Ha sido desde hace muchos años el primer trimestre en su conjunto en que la cifra de desempleados ha aumentado, en este caso ya en unas decenas de miles. Y esto no son opiniones, ya son datos y también antecedentes.