Pasa, eres bienvenido

Antonio Herraiz
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Mientras unos se afanan en que la gente no vaya a los pueblos, otros trabajan para que la llegada sea segura

El domingo hará una semana desde que se abrió la veda. Viendo cómo iba la A-2 a su paso por Guadalajara en ese primer festivo, no parece que hicieran mucho caso a Fernando Simón: «Hasta que tengamos un nivel de transmisión cercano a cero, no es recomendable moverse si no es necesario». No vi la autovía de Toledo ni tampoco la de Andalucía, que atraviesa media región, pero me las imagino. ¿Qué esperaba el doctor? ¿Que después de tres meses encerrados sin poder moverse, los madrileños iban a guardar aún más penitencia en casa? Entre eso y que el director de Alertas Sanitarias ha perdido toda credibilidad, la gente se echó a la carretera rumbo a los pueblos o a su casa de la playa. 
No hemos cumplido aún la semana sin el estado de alarma sobre nuestras cabezas y ya están aquí los brotes y los rebrotes. Verdes, lo que se dice verdes, no son. En ningún sentido. Y con el verano ya encima, lo que menos podemos imaginar es que el personal se va a quedar en masa sin moverse hasta el otoño, que es cuando nos dicen que va a pegar fuerte otra vez. Eso no se lo cree ni Simón, ni Illa, ni nadie del Gobierno. Lo que nos toca por aquí es organizarnos, porque los pueblos van a ser el refugio tranquilo para los que, en circunstancias normales, irían a la playa o a cualquier destino en el extranjero. 
Llega a mis manos una campaña coordinada por varios pueblos de la Sierra de Pela y del Alto Sorbe. Es una de las joyas medioambientales de toda España, que muestra la esencia del expresionismo románico, la arquitectura del arte medieval castellano, y que presume de tener el aire más puro del país. En esta comarca se levantan Campisábalos, Albendiego, Cantalojas, Galve de Sorbe, La Huerce, Somolinos, Valdepinillos y Villacadima. En estos pueblos no sobra la gente y la que hay viviendo todo el año es, en su mayoría, de edad avanzada. Podían haberse puesto estupendos y pedir al personal que este año se vaya a otro sitio. Pero lo que han hecho es tirar de ingenio y resolverlo con talento. El lema de la campaña es claro: «¡Pasa, eres bienvenido! Por un verano seguro, responsable y feliz!». Nos dicen que están encantados de que vayamos -siempre nos han recibido con los brazos abiertos-, recuerdan que la presencia de los visitantes contribuye a impulsar la actividad económica de la zona y sólo piden que te sigas tomando en serio las medidas sanitarias. La imagen de la campaña es una vaca serrana, de Cantalojas, de la Huerce o de Galve, no lo sé, a la que no le falta la reglamentaria mascarilla, y que se presenta con un juego de palabras -VACAciones RESponsables- en el que, intuyo, está detrás la creatividad inagotable de la diseñadora Laura Domínguez y su equipo. 
Prefiero esta actitud inteligente que la de los que están tratando de poner puertas al campo, erigiéndose en portavoces de no sé qué para decidir cuándo y cómo un paisano puede ir a su casa. Mientras pierden tiempo y energías en imposibles, nos la vuelven a colocar sin ningún tipo de vaselina. La línea de autobuses entre Guadalajara y Molina de Aragón pierde frecuencias sin que la administración haga nada para remediarlo. Y lo que nos ha dejado también la estúpida «nueva normalidad» es una realidad que no es nada nueva, con dos trenes menos de la línea de Sigüenza. Contra esto es para lo que hay que alzar la voz y no para decir que no vengan a visitarnos. 

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