Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Discurso

30/12/2019

En España la Jefatura del Estado recae en la figura del Rey, este está sometido a la Constitución y las leyes, es neutral y no ejerce poder político, ya que este es ejercido por las otras instituciones de nuestro sistema de gobierno. Todo esto viene regulado en el Título II de la Constitución. Dicho esto, ¿quién está detrás de los discursos del Rey? El Monarca tiene autonomía para redactarlos, pero el Gobierno los supervisa y, se supone, los aprueba. Felipe VI, según comentan, solo se pasó de la ‘censura’ de La Moncloa en su celebre discurso del 3 de octubre de 2017.
Aquel discurso, como era de esperar, no gustó a los separatistas catalanes y supuso una radicalización de las criticas al Monarca por parte de determinados sectores. Puede sonar demasiado cortesano y hasta arcaico, reconocer que el Rey no se pasó de sus competencias ya que, según lo establecido en el Artículo 56.1 de la Constitución «El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes».
 El Rey fue valiente asumiendo una acción que, por dejación de algunos gobernantes, había permitido llegar a la situación que se dio en Cataluña en aquellas fechas y que hoy nos sigue condicionando.
El último discurso del Rey ha sido un discurso institucional, plano, se ve que La Moncloa ha metido tijera para evitar ‘enfadar’ a posibles socios, como si los hijos malcriados fueran a volver sumisos al hogar. Encima, desde el PNV, Esquerra y otros partidos, las criticas al Rey aumentan. El deterioro de las Instituciones va en aumento, al paso que vamos no nos quedará agarradero alguno que nos permita recomponer el Estado. Quizás por esto sea más necesario apoyar las instituciones que, todavía, puedan darnos algo de esperanza. ¿Será por esto por lo que me estoy haciendo más monárquico? La pregunta que nos deberíamos hacer es, visto lo que tenemos, ¿qué preferimos, un Rey que nos represente con prestigio y que como tal es reconocido por las instituciones internacionales, ¿o un hipotético presidente de República sometido a las presiones de los partidos que conforman nuestro arco parlamentario? Yo tengo clara mi respuesta. Feliz 2020.