Miguel Ángel Flores

Amboades

Miguel Ángel Flores


Quiosco de prensa

23/11/2020

Desde hace realmente apenas diez años, la existencia de leer un periódico de papel tomando el café en un bar, a la hora del desayuno o cualquier domingo antes de nada lo primero, era ir a comprar el pan, quizá unos churos, pero siempre era comprar el periódico con su semanario o cualquier otra revista, en el quiosco y leerlos mientras se desayunaba en la mesa de la cocina, de casa. Pues esto ya paso a la historia, y parece ser de un tiempo muy lejano, quizá trasnochado, pero no es así, tan solo diez años que comenzó, traspasando eso a tener toda la información al alcance de la mano, sin necesidad de pasar por los centros de encuentro, tertulia y opinión en definitiva también de vida social y cultural, como lo son los quioscos o kioscos de prensa. Ahora en nuestro teléfono, un aparato que en verdad nos ayuda, pero nos ata más de lo que creemos a todo un mundo, qué ¿Ciertamente nos es necesario?, porque nos obliga a estar todo el tiempo conectado. Y digo esto porque en verdad si todo el tiempo estamos conectados ¿Cuándo demonios descansamos? o ¿Es que acaso somos robots? Pues en verdad, es lo que hemos llegado a ser, robots en manos de las máquinas y los emporios, mientras tanto, los quioscos muriendo, y solo muy pocos van quedando en la resistencia, que en verdad son verdaderas trincheras de plataformas de los periódicos, que ya solo se conforman con ponerlo todo en el amparo de la ‘nube’.
Pero ¿Si la nube deja de funcionar? Simple, volveremos a estar como en el siglo XVI, sin prensa y por tanto sin saber que ocurre en verdad, para así ser otra vez seres ignaros, que ciertamente con las maquinitas es lo que somos. Pero aún quedan unos pocos quioscos que se mantienen en la resistencia en Toledo, en concreto, el que está entre la plaza de toros y los juzgados, mantiene aún ese espíritu de sitio de encuentro, de tertulia y de una confianza que se da entre quién no solo vende, sino que pregunta por tu estado o por saber si te va bien o mal, o si la colección tal o el periódico cual te lo ha guardado y esas cosas, que internet no da. Y José el quiosquero, te procura el placer que es oler a primera hora la tinta impresa, en el papel y beberte un café mientras abres sus hojas y lees en papel.