Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


Vaquero

25/03/2021

Se ha muerto Jesús Fernández Vaquero, Jesús Gregorio, pope del socialismo manchego, uno de sus creadores, fundadores y mantenedores a lo largo del tiempo. Tenía nombre de Papa, aunque yo no lo supe hasta que fue presidente de las Cortes y en la web aparecía completo. No me extrañaba nada. Era socialista del Antiguo Testamento, de los que vieron nacer esto y sabía lo que costaba. Vivió intensamente y disfrutó lo que hacía como nadie. Se dejó atrapar por la política y conoció todos sus entresijos hasta manejarlos y dominarlos de forma magistral. Pero fundamentalmente, era sonrisa, bonhomía y sentido del humor. Sonrisa que se venía al rostro cuando uno lo veía.
Creo que no hay socialista en Toledo que no lo considere como un padre político o amigo cercano. Emiliano hablaba de él como consejero y ayer apenas podía decir nada por la emoción. Son muchas las conversaciones compartidas en secreto, las confidencias, las cábalas, los argumentos. Si Page tenía una duda, Vaquero estaba cerca y le decía y aconsejaba. Era el factótum que todo lo conseguía y diseñaba los caminos. Los jóvenes veían en él una referencia y personas como Cuco o Nacho Hernando ayer estaban desolados. Con cada uno de ellos tenía una historia, para cada uno de ellos había una palabra.
Recuerdo a Jesús casi desde que vine a Toledo. Su hablar pausado, peculiar, entre dientes era distinguible a distancia del resto. Creo que Vaquero ha sido una gran figura para el socialismo de la tierra, pero estoy mucho más convencido de que fue clave de bóveda fundamental en el peor tiempo y momento que el PSOE vivió en la región. Vaquero era el puente con el PP de Cospedal a través de Tirado, dos amigos que en un punto y momento vieron truncados todos los lazos, pero que sin embargo, fueron listos e inteligentes para sellar, fundir y blindar esa alianza hasta en los peores instantes de tensión. La región les debe mucho a ambos.
A la Historia pasa su fotografía en el diario El País del Comité Federal del primero de octubre, el de la cortinilla y los brazos en alto. A Pedro Sánchez lo echaron sus compañeros y salió por la puerta de atrás. Un fotógrafo captó la trifulca del sábado y apareció Vaquero al fondo con las manos en la cabeza. Cuando lo veía en los pasillos de las Cortes, le decía: «Vaquero, tú sabías lo que se venía encima». Y él contestaba entre dientes, como siempre: «¡Qué cabrón eres, Javierito!».
Reí con él en multitud de ocasiones porque era verdad como la tierra, natural como el aire. En eso, militábamos en la misma cofradía. En un par de ocasiones no le gustó lo que escribí. Lejos de echarme una bronca o dar el telefonazo, a la entrada de no sé qué acto me cogía del brazo y decía «que van dos y no eres bueno, Javierito». Y yo le decía entre risas: «Pero si ya los tenéis ganado, Jesús». Me dio título a alguno de los artículos, como el mirlo blanco para la Alcaldía de Toledo, que buscaban y no encontraban. Al final, apareció el que ahí permanecía sin haberlo visto, Milagros Tolón.
Se va con Vaquero, Vaquerone, la Reina Madre del socialismo toledano, una forma de hacer, pensar, disentir y tratar. Lo echaré muchísimo de menos. Ya lo hacía desde algún tiempo, cuando dejó de ir al campo de tiro. Vaquero era como yo, desinhibido, y se colocaba la servilleta para la sopa, anudada al cuello. José Molina le regaló un cerdito en el amigo invisible una Navidad. O al revés, que ya no me acuerdo. Muere la sonrisa, la mirada, la ternura. Hoy hay cocido en el cielo.