Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Los sucesos de Talavera (y II)

01/04/2020

Tarde del 3 de septiembre de 1918. La multitud, impaciente, comienza a pedir a gritos la rebaja de los precios de todos los artículos de primera necesidad. Algunos manifestantes más radicales deciden asaltar el ayuntamiento, un grupo se abalanza hacia las puertas para echarlas abajo, la fuerza pública, veinte parejas de la guardia civil que acaban de llegar de los pueblos de la comarca avisados con urgencia por el Gobernador Civil y, fundamentalmente, algunos compañeros de los huelguistas más templados lo evitan a duras penas.
Ya con las últimas luces del día el alcalde, Francisco Carrasco, aparece en el balcón del ayuntamiento para anunciar los acuerdos. Anuncia que ha conseguido que los panaderos rebajen el precio de venta del pan a 45 céntimos y que para resarcir las pérdidas de los tahoneros creará un ‘economato de contribuyentes’ con un impuesto con el que les compensará la diferencia de precio.
El anuncio calmó algo los ánimos, pero, aun así, nadie abandona la plaza. No se fían. Mantienen su actitud. El alcalde hace subir a su despacho a una comisión de la Casa del Pueblo para negociar.
A las diez de la noche el presidente de la Casa del Pueblo sale al balcón, comunica que han llegado a nuevos acuerdos: se rebaja el precio del pan, de las patatas y del tocino desde ese mismo momento. Además, le ha prometido el alcalde que adoptará medidas urgentes para rebajar los precios de otros productos de primera necesidad y atajar el paro. Los vítores de alegría son ensordecedores, se abrazan, algunos lloran, han ganado el pulso. Poco a poco los manifestantes van abandonando la plaza para dirigirse a sus hogares.
Al día siguiente todos los obreros se incorporaron a sus puestos de trabajo y todos los comercios abren con los precios acordados de los artículos. La ciudad vuelve a la normalidad. Esa misma mañana el gobierno municipal se reúne en sesión extraordinaria y acuerda hacer un padrón de trabajadores y que todos aquellos que estuvieran en paro se emplearan en obras de utilidad para el vecindario, así como establecer la manera de mantener los precios en aquellos productos que no estaban sometidos a tasas oficiales.  
Toda la prensa nacional se hizo eco de lo que denominaron ‘sucesos de Talavera’ y llegaron a la ciudad enviados especiales de los más importantes periódicos de Madrid para cubrir el episodio. Fue ejemplo en todo el país de cómo los obreros con una buena organización de las protestas, sin ningún tipo de coacción, saqueos ni violencia habían conseguido sus reivindicaciones.