Miguel Ángel Sánchez

Querencias

Miguel Ángel Sánchez


Ahora Talavera

24/05/2019

Vencejos sobre la Corredera, luz de tarde, sol de mayo sobre las albarranas. Termina la campaña electoral. Escribo y escucho las conversaciones entrecortadas de la gente que pasa, teselas de una ciudad que vive a su ritmo. En un rato iré a Talavera la Nueva y a Gamonal para hacer unas fotos de atardecida, para los artículos que acabo de escribir, y que me ha hecho volver a un tiempo muy lejano. Pero esta tarde hay la misma luz, el mismo brillo que aquellas tardes de mayo. Es curioso. El tiempo no es lineal, hay agujeros negros, autopistas interestelares que te llevan a una tarde hace treinta y tantos años, así, sin sentir.

No importa lo que suceda el domingo, quién gane las elecciones, quién gobierne. Los vencejos se irán en julio y volverán las grullas en noviembre. La ciudad continuará su ritmo, y las cosas, con su sentido o sin él, seguirán su curso. Hemos hecho un programa para una ciudad nueva, con visión de futuro y teniendo claro que las cosas tienen que cambiar. Hemos puesto lo que sabemos, lo que queremos y las herramientas que lo pueden hacer posible. Tengo claro que el tiempo de las tutelas políticas de los partidos de siempre ha terminado, aunque se empeñen en prolongar su agonía, que será la de Talavera. Talavera no tiene que volver a ser grande, siempre lo ha sido, lo que ocurre es que hemos dejado que mercadeen con ella. Que la usen y la utilicen a capricho. Y siempre, siempre, sin que nos hayan pagado la factura.

La política es curiosa. Se tropieza muchas veces en la misma piedra. Talavera lo lleva haciendo demasiado tiempo. Tengo claro cómo y dónde se consiguen las cosas. No hay nada por inventar. Talavera necesita liderazgo y personalidad. Fuerza y rumbo. Estructura de trabajo e ideas firmes. Sé todo lo que se podría hacer. Y lo que no se hace simplemente por órdenes de partido. Lo he visto durante cuatro años desde el Ayuntamiento, he sido testigo cómo desde los gobiernos central, autonómico y provincial se jibariza a Talavera. Se la somete. Y aquí se calla. Creo en otra forma de hacer las cosas, y por eso estoy aquí, sin red, como toda la vida. Pero peleando por lo que creo. Como toda la vida también.

Atardece y los vencejos vuelan como locos por la Corredera, cruzan bajo las albarranas con picados suicidas. La gente pasea, tranquila, en la tarde templada de mayo, el pulso de la ciudad. Late. Viva. Termino. Me voy a hacer las fotos de atardecida. Luz perfecta.