Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Los objetivos del Sistema Internacional

23/05/2019

Hablar de Sistema Internacional supone destacar que nos referimos a un conjunto social que es mucho más que la suma de las relaciones de las formas sociales particulares tradicionales que serían los Estados. Implica su interdependencia, junto a otros actores no políticos, mediante relaciones complejas y dinámicas que se desarrollan en el escenario mundial. Propio de nuestro tiempo y ciertamente contradictorio por destacar tanto la división y el conflicto como los esfuerzos denodados por la integración y la cooperación en busca, con un visión kantiana, de un nuevo orden mundial.

Este deseo de cooperación favorece la acción de las organizaciones y regímenes internacionales hacia asuntos que, habiendo ocupado un lugar subordinado a la esfera estatal, son prioritarios para la agenda política del sistema internacional. El terrorismo, la pobreza, la desigualdad, la deriva demográfica, la contaminación ambiental, el cambio climático, los nacionalismos, el narcotráfico, el agotamiento de los recursos, el desarrollo tecnológico, etc. son problemas globales que padece el mundo. Entre las organizaciones internacionales -que no dejan de ser otra cosa que la respuesta institucionalizada a esta interdependencia que considera que los desafíos mundiales necesitan acciones de carácter mundial para afrontarlos- Naciones Unidas es la que tiene mayor dimensión.

Precisamente, por el devenir de la realidad mundial y por la confianza debida a su prestigio, manteniendo la paz y la seguridad internacional desde la adopción de la Carta de Naciones Unidas en 1945, ha ido ampliando su actividad en el campo de la cooperación social y económica. Con los denominados decenios, que comenzaron en 1960 y se han sucedido hasta el año 2000, y las resoluciones relativas a un nuevo orden mundial, su Asamblea General inició la planificación global de la cooperación internacional. Siguió en 2000, con la Declaración del Milenio planteando los 8 objetivos de desarrollo del milenio cuantificados hasta 2015 y que, fundamentalmente, se centraban en acabar con la pobreza extrema, el hambre, la mortalidad infantil, la discriminación de género o la educación primaria, entre otras necesidades básicas. Tras esos quince años su evaluación no es positiva, a pesar de ciertos logros.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los ODS o SDG que se prodigan por los discursos y los foros, sustituyen a los anteriores en una nueva Agenda de Desarrollo que se articula en 17 ambiciosos e interrelacionados objetivos con los que el Sistema Internacional se compromete hasta el 2030. Objetivos que pretenden culminar la tarea anterior además de alentar el desarrollo incluyente y sostenible, con marcado carácter ambiental, y la provisión de bienes públicos globales como la investigación, la seguridad alimentaria, los mercados agrícolas, los mercados financieros o el desarrollo de vacunas y medicinas.

España cuenta desde 2017 con el Alto Comisionado para la Agenda 2030, un Grupo interministerial de Alto Nivel (GAN) y una Proposición no de ley aprobada en el Congreso para orientar la política del Gobierno hacia la Agenda 2030. De momento, no hemos aprobado ninguno de los ODS, según el balance anual de REDS, ni hemos presentado nuestra Estrategia de Desarrollo Sostenible a Naciones Unidas.