Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


El viaje de la infanta Carlota

25/09/2019

A la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hija mayor de Carlos IV y de María Luisa de Parma, la casaron a los diez años con el príncipe portugués Juan, que contaba con dieciocho años y era el segundo hijo de María I de Portugal, que a la muerte de su hermano llegaría a ser rey de Portugal y emperador de Brasil como Juan VI. En el Museo del Pardo podemos ver un lienzo espectacular que Salvador Maella realizó para los esponsales de la infanta en el que la niña tiene posado un canario en su dedo índice. La boda se celebraría el 8 de mayo de 1785. 
En su viaje hacia la corte portuguesa la comitiva salió de Aranjuez, pasó por la ciudad de Toledo, donde se le hicieron multitud de honores, fiestas y besamanos. El día 28 de abril de 1785, a las 6 de la mañana, salió de Toledo para hacer la jornada de viaje hasta la villa de Cebolla. Toda la calle de las Armas y las puertas del Sol y de Bisagra estaban engalanadas con adornos de arcos, colgaduras, tapices y pinturas y formada a su paso la tropa de Infantería; ya en los jardines de la Vega, velaban los Carabineros Reales y la Hermandad Real y Vieja. Los Diputados de Ciudad le dieron la última despedida al salir de Toledo. Todo el camino de Toledo a Cebolla estaba muy concurrido de las gentes de los pueblos cercanos que acudieron a ver pasar la real comitiva.
La infanta durmió en Cebolla y el día 29 muy temprano salió hacia Talavera. Cuando llegó a la villa se encontró con todas las calles y casas adornadas y un gentío que la acompañó entre vítores y cantos hasta el palacio Arzobispal en la Plaza del Pan. Allí descansó brevemente, tomó un refrigerio y recibió al Cabildo de la Colegial, a los curas de todas las parroquias, a las autoridades civiles y militares y a las personas distinguidas de la villa.  Por la tarde visitó las Reales Fábricas de Seda y regresó al palacio y desde su mismo alojamiento vio una corrida de novillos. Toda la villa estuvo por la noche muy bien iluminada, especialmente la Plaza del Pan y mientras la infanta Carlota mantuvo abiertas las ventanas de su cuarto una orquesta estuvo tocando música desde los balcones del edifico de enfrente.