Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


De quién es la calle

03/02/2021

De un tiempo a esta parte las calles están abandonadas. Sin vida ni animación.
Son las 21.52 de una tarde cualquiera, y las calles están quedas, huecas y silenciosas.
Apenas un gato vigilante sobre un intrépido roedor que se abalanza sobre los restos de una bolsa de basura caída. Una pareja, por otro lado, camina sin reparar en el tiempo, echan de menos ese beso furtivo y sin mascarilla de 2 calles atrás y la sonrisa, además, en la mirada.
Unos tacones suenan en el eco de los adoquines. Pasos rápidos y firmes, el toque de queda aprieta. Pero en estas calles tan oscuras, amuralladas con los cierres metálicos y los carteles de liquidación por cierre, no queda tiempo para un escaparate, ni siquiera para pensar en volver mañana a comprar lo que haga falta.
Las calles vuelven a estar mudas, vacías y melancólicas. Es cierto, no nos queda otra, ¿o sí? Nos prometieron 15.000 vacunas diarias para tranquilizarnos, y llevan menos de lo pronosticado en un mes.
Nos engañan, pero las calles no engañan a nadie. Están solas y hartas. Se oyen los murmullos de la falta de decisión, la incapacidad de liderazgos vacuos. Hay una desconexión total con lo que dice la calle, esa que es tuya y mía y no deja títere con cabeza si le toman el pelo. Hay que cambiar el paso ya. Quien dice que esta sociedad no tiene problemas, miente a pies juntillas.
Las calles sin paseantes, sin vecinos, ansían soluciones, pero ¿para quién es la calle? Para las alimañas. Ya sea animal o humano, ahora campean haciendo lo que les viene en gana. El resto pasa de entrar en polémicas, bastante tiene con lamer sus propias heridas y quejarse de su propia desgracia.
Pero de quién son las calles, quién trabajará por ellas. Esas que no se limpiaban, las que no se iluminaban, las que no se mantenían ni conservaban. Están solas, meditabundas, cabizbajas,  oscuras y mendicantes de ruido y bullicio, de niños, familias y turistas.
Quién no echa de menos pasear nuestras calles, disfrutar ratos de conversación y corrillos. Pero ahora, no queda más que anhelar un futuro mejor en el menor tiempo posible. Solo llegará si saben utilizar en la misma frase logística, plan y vacunación.

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