Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


¿Les gustaría vivir en Venezuela?

05/03/2021

Cada vez que quieren hacer algo para mejorar el acceso a la vivienda lo acaban fastidiando. A la sociedad española le pasa como a Andrés, el muchacho al que Don Quijote creyó salvar de los palos de su amo cuando realmente le multiplicó la dosis.
Menos mal que en el Gobierno hay ministros preocupados por la gente y han puesto en marcha una Ley de Eutanasia que, en paxs de los enfermos por los que ya poco puede hacer la unidad del dolor.
Toda la demagogia sembrada con cláusulas suelo, pago de impuestos por las entidades bancarias y demás victorias pírricas y resoluciones ‘históricas’ de nuestros tribunales a favor del maltratado ciudadano, ha conseguido lo que era previsible: que algunas instituciones hayan sacado pecho progresista, como hizo don Quijote en defensa de Andrés, cuando la realidad es que el acceso a la vivienda es ahora  más difícil tras el cerco a la pérfida Banca por los modernos ‘caballeros andantes’.
Hasta que se produjo la intervención de estos salvadores patrios, la inmensa mayoría de los ciudadanos se pudieron hacer con una vivienda en propiedad, obviamente con el correspondiente esfuerzo –no hay atajo sin trabajo-. Pero cuando los quijotes terminaron su labor, el acceso a la vivienda en propiedad se ha convertido en un sueño para la inmensa mayoría de nuestros jóvenes. El éxito, por tanto, ha sido menudo.
En absoluto estoy poniéndome del lado del abuso, del engaño ni de las miles de martingalas que nuestras grandes empresas ponen en práctica para multiplicar injustamente sus beneficios, pero de ahí a pensar que nos van a regalar sus servicios, hay un abismo. La denostada regulación hipotecaria, en lo que a la adquisición de viviendas se refiere, necesitaba una buena «vuelta de vertedera», pero lógicamente sin llegar, como se ha hecho con tanto requisito, a imposibilitar el acceso al crédito.
La imposibilidad de adquisición de vivienda en propiedad por nuestros jóvenes, ha dado lugar a un activo mercado del alquiler. Hemos llegado por fin a ser europeos en esto: parece que en Europa todo el mundo vive en alquiler, cuando en España vivíamos en propiedad. Es cuestión de adaptarse, y lo que no se gana en propiedad se gana en libertad de movimiento, porque la propiedad de una vivienda ata de alguna manera y muchas veces nos hace desaprovechar oportunidades profesionales. Una cosa por otra.
Sin embargo, don Quijote ha vuelto. Ahora vestido de Francina Armengol, que no es de Podemos, sino del PSOE y que hace de punta de lanza de las teorías colectivistas. Ya ha expropiado –exprópiese- cincuenta y seis viviendas en Mallorca con las que pretende salvar nuevamente a ‘Andrés’ de la tiranía de su amo, ahora vestido de ‘gran tenedor de viviendas’. Obviamente, esta medida no solo no resolverá absolutamente nada sino que hará de ‘espanta inversores’ en viviendas para el alquiler. El resultado será, tiempo el tiempo, que el acceso a la vivienda en alquiler se ponga también imposible.
¿Alguien en su sano juicio piensa que el Estado puede expropiar viviendas para todo el mundo? ¿Alguien ha calculado el presupuesto que necesitaría para eso? El camino es justo el contrario. Lo que tienen que favorecer es que aumente el parque de viviendas en alquiler, porque la abundancia es lo único que hará que los precios bajen. ¿No estamos hartos de ver lo que ocurre cuando se pretenden imponer precios artificiales?
Estamos viendo que nuestra economía no camina en la dirección adecuada. Pese a la gravedad de la situación, se toman medidas que agudizan el problema… Vamos hacia Venezuela.