Jesús Morales

Nada particular

Jesús Morales


Monstruos entre los virus

17/03/2020

Escribo el sábado 21 a las 21,50 según el reloj de mi cocina; Sánchez da cuenta de su retardada y diferida comparecencia. Recelo que la tardanza se debe a serios desencuentros entre PSOE y el Podemos del convaleciente e irresponsable vicepresidente Iglesias. Facturas del gobierno de coalición. Han sido horas de expectación  aguardando a que saliera Pedro a informar con su abrupto rostro tras las indecisiones de la mañana. Confirmó el estado de alarma, cualquier cosa antes de reconocer que un factor capital en la difusión del virus ha sido la tardanza con la que su gobierno tomó medidas para impedir la expansión del Covid. Acabo de dejar el teclado del ordenador y asistir  en el balcón a lo que ha pasado en mi calle a las ocho. En   Ángel del Alcázar, mi calle ya digo, se ha producido un formidable e inesperado aplauso desde  las ventanas  y balcones y es que tengo la idea que estos gestos de apoyo son poco comunes en Talavera. Con la piel de gallina  sigo escribiendo.  De  lo dicho por Sánchez me gustó que dejara claro que lo referente a la epidemia queda bajo control del Gobierno central, lo que debe haber sentado como banderillas a algunos presidentes autonómicos a quienes encanta jugar a presidentitos de sus paisitos imaginarios, creo que las reacciones ya se están produciendo y cuando lean esto seguro que ya se ha montado un poyo. Veremos. Me inquietó de la intervención de Sánchez que afirmara que esta situación pasará. Vaya, pensé, con la afición  de este hombre a la mentira, a la gran trola  seguro que esto no desaparece hasta dios sabe cuándo; desconfío de sus palabras por experiencia y su afición a mentir y mentir: aliarse con quien sea con tal de sentar sus posaderas o culo en el sillón de presidente.
Metido en casa me acuerdo de cuando en una emergencia mucho peor que esta, provocada por una peste que en 1348 azotó Europa, unos jóvenes se enclaustraron en Fiesloe  Bocaccio con otros. El literato escribió El Decamerón, cumbre del erotismo literario; también recuerdo otro encierro este por motivos climatológicos que privaron a Europa en el verano de 1816 de la estación del estío a consecuencia de la erupción de un volcán. Lord Byron, su médico Polidory, Mary Shelley, su prometido, y otros se aislaron en una casa alquilada por Byron en Suiza, a orillas del lago Leman; en el encierro acordaron escribir  cada uno un relato de terror; Polidori escribió El Vampiro  precursor de las narraciones de estos seres ficticios pero Mary Shelley escribió nada menos que Frankestein,  novela con un personaje de tanto éxito que hace mucho pertenece al acervo cultural de Occidente.
Estos encierros no sólo pretenden eludir calamidades. A veces motivan la creatividad.