Jesús Morales

Nada particular

Jesús Morales


La plaga incívica

15/10/2019

Dios castigó a Egipto con siete pagas para dejar salir a los israelitas, pero la maldición de las plagas continúa y aunque estemos lejos del país africano, también somos castigados por plagas que padecemos sin comerlo ni beberlo, una de ellas es la de los gamberros incívicos que no saben o no quieren vivir en sociedad, vomitando sus despreciables apotegmas sobre todo lo que sea espacio común, lugares compartidos cuyo cuidado nos pertenece a los que vivimos en las ciudades pero que ellos se dedican a fastidiar/romper/ensuciar/joder en resumen.
Hace poco, paseando por el Prado vi una de esas ánforas de terracota sobre pivotes, completamente destrozada, naturalmente con alguna piedra; así porque sí, en un momento a cierto elemento que pasaba por allí le dio la gana de coger un objeto contundente y machacar la cerámica que estaba en su sitio; no era un adorno brillante, ni ostentoso, diría que ni siquiera se hacía notar mucho, era sólo un adorno cumpliendo su misión de embellecer el conjunto  humildemente en lo alto de un pilón de obra, dentro de unos jardines por lo demás bastante olvidados y abandonados por la autoridad talaverana. Comprendo que esto podría pasar desapercibido y que no es motivo para abrir una publicación, pero aquí estoy yo para contarlo. Y decir que ya está bien de abandono y desidia a la hora de respetar y cuidar el patrimonio de los talaveranos. Hace muy poco tiempo he visto la reacción de los toledanos a dos mazazos que los maleducados –maleducados no es la palabra ¿qué podría escribir, quizá terroristas de lo común, malhechores? Cuando rompieron una escultura de Bahamontes o pintaron en las piedras de un puente, no saben la envidia que me han dado en Toledo que se han volcado para reparar los daños, en lo posible, han denunciado la salvajada y tengo la seguridad que están en trámites para descubrir a los gamberros para que unas buenas multas les quiten las ganas de fastidiar los elementos urbanos entre los que vivimos.
Es una de las diferencias entre Toledo y Talavera, allí las autoridades, sí, las autoridades, saben lo que tienen entre manos y están dispuestas a cuidarlo (más o menos) y protegerlo, en Talavera no, aquí piezas del patrimonio como el Prado se degradan entre la indolencia de concejales y alcaldes que creen que con buena imagen y aparecer simpáticos todo está hecho. Por cierto alcaldesa, qué pasa con la cerámica del friso de la Ermita que llevamos ya muchos meses con la fotografía puesta y no hay noticia de nada. A lo peor se pensó  que tapar el friso de cerámica por paneles, es una forma de proteger la cerámica pero no, eso es como ir al museo del Prado y encontrarse con Las Meninas sustituidas por  una foto, o Las Pinturas negras, o los Fusilamentos… No es protección, es un timo claro.
No es eso, no es eso.