Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Listeriosis

05/09/2019

Sin duda el brote de toxiinfección alimentaria por Listeria monocytogenes declarado en nuestro país no es un asunto banal. Es un grave problema de salud pública que no debería utilizarse como argumento belicoso, utilizando sin más la información sesgada que nos llega en lugar de la que proviene del conocimiento especializado. Este lo proveen las agencias científicas independientes, las autoridades responsables y los distintos profesionales dedicados a proteger la salud pública.
Es desde el punto de vista de los profesionales donde echo de menos a la profesión veterinaria. No me gustaría que mis palabras se interpretaran como un síntoma de corporativismo gremial o una crítica con la que ir «en romería con la cofradía del Santo Reproche» que diría Sabina. Solo se trata de advertir y extrañar la ausencia de los representantes de la profesión para comunicar su importante papel en la seguridad de los alimentos y contribuir, con ello, a que la opinión pública esté mejor fundamentada y menos alarmada.
Las profesiones no solo tienen una finalidad subjetiva por ser la fuente de ingresos de quien la practica son, en palabras de la filósofa española Adela Cortina, una actividad social corporativa cuya meta interna es proporcionar a la sociedad un bien especifico e indispensable para su supervivencia. Lo logran gracias a la comunidad de profesionales que se comprometen a ejercer su profesión en beneficio de la sociedad mediante un código deontológico que da sentido a su práctica.
En general somos una profesión discreta, prudente y reservada y eso, en demasiadas ocasiones, conlleva a que el público desconozca el amplio campo de su desempeño y su función social. No hace mucho un conocido graduado en derecho decía, creo que en tono de broma exagerada, que no le parecía bien que escribiera sobre asuntos jurídicos, sociales, políticos o económicos puesto que los veterinarios deberíamos ocuparnos en aplicar la eutanasia a los animales domésticos. Claro que sí, porque no es un asunto menor, pero tan limitado como si a su profesión le reservo recurrir las multas relacionadas con el aparcamiento urbano regulado.
Según Aneca, órgano encargado de evaluar, certificar y acreditar el sistema universitario español, los perfiles profesionales básicos de los veterinarios se agrupan en tres grandes bloques: Medicina veterinaria, Producción y sanidad animal e Higiene, seguridad y tecnología alimentaria. Este último incluye el control y trazabilidad de la cadena de producción desde el productor al consumidor del alimento, es decir a la seguridad y calidad alimentaria en el ámbito de la salud pública. No solo por ello, la ley reconoce a la Veterinaria como profesión sanitaria regulada y la legislación alimentaria le reserva funciones y competencias explícitas a los veterinarios.
En el ámbito de la UE existen programas de vigilancia para las zoonosis graves para la salud pública, como la listeriosis. Son los servicios veterinarios oficiales quienes se ocupan del control de alimentos y animales para vigilar la tendencia de la enfermedad. En 2017, en España se tomaron más de 11.000 muestras en alimentos y animales, un 2% positivas, y se registraron 284 casos en humana.