La estampa del Cuco (Gabino Diego en Torrente 2) pidiendo "Un zumito de naranja… pero natural, ¿eh?" con una jeringuilla colgando del antebrazo confirma que en la exageración radica la comicidad del momento, como en la celebración de Kipchoge al llevar el maratón por debajo del límite de las dos horas: daba unos saltitos tan exagerados (después de 42 kilómetros al trote) que una de dos, o la euforia actuó con el efecto una línea de fariña, o las famosas Vaporfly 4 por ciento de Nike son algo más que una zapatilla con una enorme y confortable suela.

Cuando empezaron a caer récords como frutos maduros del árbol, la FINA publicó una lista en la que se prohibieron diez modelos de bañador de neopreno, los polémicos X-Glide o Jacked 01 entre ellos, porque consideró ilegal su flotabilidad. Ahora, la IAAF tiene por delante un trabajo de homologación sobre las zapatillas del gigante estadounidense con las que varios maratonianos (Bekele, Legese, Lemma…) han rebajado en más de un minuto, algunos casi dos, sus mejores tiempos en la distancia. Varios bloggers vinculados al mundo del atletismo, asimismo, han realizado pruebas con las Vaporfly 4 por ciento y el resultado, comparado con otras marcas populares de larga distancia, es una mejora de entre el 1,8 por ciento y el 2,3 por ciento en distintas variables: zancada, tiempos, ahorro energético… hasta el punto que Publmed.gov (publicaciones de estudios médicos de EEUU) predijo en abril del pasado año que bajar de las dos horas estaba "en las suelas del prototipo de Nike".

¿Hay un efecto resorte o propulsión en cada pisada? Que las ilegalicen ya: sería dopaje tecnológico. ¿O es sólo evolución, similar a cuando aparecieron las pistas sintéticas o pusieron clavos en las zapatillas? De las respuestas a estas preguntas, en la comisión de turno de la IAAF, depende el futuro inmediato del atletismo.