En griego ‘eureka’ quiere decir ‘lo encontré’ y cuenta la leyenda que es lo que gritó Arquímedes cuando dio con el principio que lleva su nombre; el filósofo salió dando voces por la calle en pelotas gritando eureka, lo mismo que dije yo cuando encontré la razón por la que Pablo Iglesias me cae tan rematadamente mal, me es insoportable hasta el punto de superar la pura repulsión que me han producido políticos como Zapatero, Aznar y en su día Felipe González, Guerra o Adolfo Suárez. No puedo resistir la visión de su algo contrahecha figura, soy como aquel rey francés -no recuerdo el nombre-, que estando en guerra con los ingleses cuando sentía la cercanía de los británicos se ponía amarillo, se le revolvían las tripas y no podía continuar con lo que estuviera haciendo. Yo es ver a este individuo y perder la serenidad. No es su inclinación política lo que me descompone, ni sus burdas mentiras una detrás de otra, el populismo radical y tóxico-envenenado que predica, la sobredosis de demagogia que destila faenas como el casoplón de Galapagar con el que continúa chuleándonos, ni siquiera esa absurda coleta que enseña incomprensiblemente, ni su dentadura amenazadora como un hatajo de leonas tras dos meses de dieta rigurosa, perfecta para un anuncio de clínica dental; es su profunda demagogia que no es barata, ojalá fuera solo barata, la demagogia barata es consustancial a los políticos, es que la demagogia de Pablo Iglesias es tal que te llama imbécil a la cara, con todo el morro. Descubrí el motivo de mi rechazo radical cuando le escuché declarar que los mayores de 40 años tenían que «irse como el Papa a Castelgandolfo o (literal) a la mierda, que tenían que dejar sus puestos a los más jóvenes». Y tan fresco. Entonces Me iluminé, mi repugnancia por Iglesias se debe a que es malo, mala persona, alguien de mala condición como decíamos antes; no es sólo que asuntos como el de la tarjeta en una democracia normal ya le abrían puesto delante de los jueces, es que se cree muy superior a los demás y encima de las normas y las leyes, es que cree que puede manipularlo todo a su antojo. No le azotaría hasta sangrar, con que se quede en su casa tengo bastante.
Haciendo calceta.