Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Enero

05/01/2023

No me gusta el mes de enero. Lo de marcarme propósitos de cara al año que comienza nunca ha sido una de mis costumbres, tal vez porque sobrevivir con dignidad hace tiempo que se convirtió en mi mayor afán. Obviamente, ese devenir de la existencia conlleva una serie de momentos dulces, que tampoco hay que caer en la desesperación. Subir, bajar y hacer equilibrios a algunos nos hace más fuertes. O eso pensamos para consolarnos.
En fin que, en enero, nos damos de bruces con la realidad y una vez que se apagan las malditas y excesivas luces navideñas, miramos la oscuridad que nos rodea, echamos cuentas de los excesos y comenzamos una etapa de incertidumbre que, en este 2023, viene marcadas por medidas electoralistas, que buscan perpetuar en el poder a quien manda. Miedo dan las decisiones populistas que se avecinan.
Con las municipales a la vuelta de la esquina, Toledo tiene las mismas asignaturas pendientes que hace un año. Que hace un lustro. Que hace una década. O dos. El caso es que la ciudad, lo siento señora Tolón, no solo no ha avanzado, sino que tampoco se ha detenido en su pasado de esplendor. La capital ha ido asumiendo los vicios de los nuevos tiempos, mientras el gobierno municipal ha suplido con fotos y propaganda su desgana, su ausencia de ideas y su absoluta falta de ambición. Aquí se hace lo mínimos para salir del paso y, en el próximo programa electoral, siempre se puede hablar del tercer carril en el Polígono, del futuro de Palomarejos, del Tajo, de un Casco Histórico para vecinos o de esa residencia de mayores o centro de día que se prometió hace unos cuantos años no solo en el Hospitalito del Rey, sino en otros barrios como Buenavista. Seguimos con los mismos asuntos pendientes. Eso sí, gracias a este periódico he podido comprobar que en Vega Baja habrá hormigón de colores. ¿Qué será lo próximo? Temblando estoy.
Y ahí está el transporte urbano, que mientras se marca la meta de ser sostenible (¿?), continúa con autobuses que deambulan sin ton ni son, muchas veces vacíos, porque lo de hacer un estudio serio de la movilidad siempre lo podemos dejar para los próximos comicios. Como lo de la limpieza, el eterno bolseo o esos contenedores que rezuman suciedad y que no se levantan aunque uno se ponga a hacer el pino sobre la manivela de hierro que ha de pisar. Y así, parada, esculpida en el tiempo, sigue la escalera mecánica de la estación de autobuses. Que suban andando los que no tengan para pagar el tren, deben pensar quienes viajan cómodamente en el coche oficial.
Y qué decir de ese edificio que reina sobre la antigua Escuela de Gimnasia, digno de un capítulo monográfico de Cuarto Milenio: ahí continúa el mastodóntico Quixote Crea, listo no sabemos para qué, paralizado en estado catatónico, mientras los barrios cercanos no cuentan ni con un mísero salón de actos municipal para disfrutar de algún evento cultural o de ocio. No me extraña que en Toledo haya tanta afición al atletismo, porque la cosa está como para echar a correr.
Como nos queda la noche de Reyes, les deseo a nuestros políticos que los magos de Oriente les obsequien con dosis de sensatez, con empatía para conocer los problemas de sus vecinos y con un retiro a los que se lo merecen. Aunque eso es decisión nuestra.