Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Lenguaje, emojis e inteligencia artificial

02/01/2020

El lenguaje es un buen instrumento para ordenar la convivencia, puesto que nos procura a los humanos formas de comunicación para expresar pensamientos, sentimientos, afectos y anhelos. Por eso el estudio del lenguaje abarca y da importancia tanto a los elementos orales y escritos como a los simbólicos y figurativos, ya que además del aspecto puramente inteligible racional empleamos los sentidos para comunicar las cosas.

Que nos interesa la coherencia y la capacidad de entender los conceptos y las ideas de manera racional, con el intelecto sin mediación de lo sensible, me parece que es prueba la relación de términos que ha presentado la RAE para definir el año 2019. Un año caracterizado en España por el desconcierto de los acontecimientos políticos pero donde ha habido espacio público, aunque con menor eco mediático, para otros propósitos humanos. Consultas recibidas sobre su significado, voces que presentan mayor uso, así como los comentarios y dudas sobre su empleo correcto en las redes sociales, han sido factores determinantes, que la RAE ha tenido en cuenta, para su elección con el propósito de explicar el año que acabamos de despedir. ç

Así, de las doce palabras y dos formas compuestas, la mayoría - autodeterminación, constitución, confianza, elecciones, escuela, euroescéptico y estado del bienestar- podría ser el reflejo de que nos atañen y afectan las turbulencias del funcionamiento del sistema político español. Otras -acogida, clima y feminizar- también políticas pero que representarían la preocupación de una sociedad global por los problemas mundiales. Deporte y triunfo por razones obvias. Y, finalmente, progreso e inteligencia artificial porque asumimos que existe el aprendizaje, o el razonamiento lógico comparable al de la mente humana, en el mundo digital donde existe un proyecto con las grandes tecnológicas para el buen uso de la lengua española (LEIA).

A ese aspecto inteligible hay que sumar la dimensión emocional que presta utilidad al lenguaje. Sobre todo, porque solemos emplear medios escritos digitales, rápidos y simples para comunicarnos y, con frecuencia, perdemos matices de intención en la conversación, escapándosenos la ironía, la alegría, la burla, la cortesía, el desprecio, el sarcasmo, la ampulosidad o la bondad. Reconocerán que para esto son útiles los emojis, figurativos pixelados que sustituyen los emoticonos ortográficos, aunque muchos los menosprecien por su informalidad. Pues bien, la Fundación del español urgente que promueve el buen uso del español en los medios, patrocinada por EFE y BBVA y asesorada por la RAE, ha distinguido emoji como palabra del año por su función simbólica en la comunicación.

Tienen su día mundial el 17 de julio, un estándar de codificación y son asunto de interés hasta para la arqueología. En el Museo de Israel de Jerusalén se expone la equivalencia de los pictogramas figurativos de la escritura jeroglífica egipcia con nuestros ideogramas digitales, aunque entre ellos disten miles de años. Al fin y al cabo, no hay que negarles su valor para el lenguaje intemporal y universal que facilita que diferentes culturas e idiomas se entiendan.