José Manuel Patón

LA PLUMA CONTRA LA ESPADA

José Manuel Patón


Puntito rojo

08/12/2021

Mi admirado don Karlos Arguiñano ha revelado en una entrevista que tiene un puntito rojo, hablando de política. Le pasa lo que a Sabina, Víctor Manuel, Almodóvar, Bosé, etc., que son de vivir de derechas, pero dicen que son de izquierdas porque vende más.
Dice que su padre, que era pobre de solemnidad, era gran admirador de Franco y un tío muy de derechas. Al parecer, Karlitos no abrazó la misma condición, y se hizo rojelio. Ole sus cataplines. Mientras hacía de súper empresario en el País Vasco, mientras salía en la televisión cantando morena te quiero, o fiel espada triunfadora, en su más profundo fuero interno, en una arruga de su corazón muy escondida pero con mucho escozor, resulta que aberraba tener que seguirle la corriente a la Marquesa de Parabere, su paisana bilbaína que había escrito las mismas recetas 50 años antes. Lo digo como lo siento, con los hígados en la boca, con la bilis pisándome los talones. Los mejores cocineros que ha tenido España, y que están además en la misma línea editorial han sido la Gran Marquesa, que solo escribió dos libros pero uno es como la biblia para mí, lo escondo debajo de la almohada por si alguien me lo roba, y D. Karlos Arguiñano.
Ambos son la contrarrevolución de 'El Bulli' de Cala Montjoi, que capitaneaba Ferran Adriá.
Arguiñano además se dio cuenta que la cocina francesa se había pegado un grave castañazo con Paul Bocuse y su nouvelle cuisine, y que el nuevo sistema, que luego adoptó Adriá pensando que le iba a ir bien y se la dio, era una castaña pilonga sin mantequilla comparada con esos besugos a la espalda, con esas lubinas simplemente asadas, con esos pimientos del piquillo, con nuestro jamón, nuestro aceite, y nuestro ajo- perejil aderezado con limón. Karlos Arguiñano tuvo una premonición, y su defensa ha ido en la misma línea que la Parabere, que dejó al resto de las cocinas europeas fuera de juego. La cocina francesa perdió puntos al lado de la española y la italiana, y el mundo se dio cuenta que nuestras paellas y nuestro aceite de oliva eran el futuro frente a la mantequilla.
Karlos consiguió el puesto de cocinero en el Club de Golf de Zarautz, que de rojo tenía lo que yo de astronauta, y con Subijana, Arzak y otros clásicos, fundó la nueva cocina vasca, -que cocinaban para los obreros, jajaja-, lo contrario a la nouvelle cuisine, porque éstos creían en las materias primas, en las recetas pulidas a través de 5.000 años de gastronomías desde los egipcios, y en el buen hacer. Y no digo yo que lo de 'El Bulli' sea malo, pero que te cobren 200 euros por una tacita de té y una almeja flotando, … soy del sur.
Pues bien, don Karlos, ínclito defensor de la cocina española, cocinero de la elite vasca durante el franquismo, forrado, escritor, cantante de ducha, maestro donde los haya, y con un vivir más de derechas que el jabato, ahora resulta que tiene un puntito rojo. ¡No te muevas mucho, que se te va a ver dónde tienes ese puntito rojo! Ahora lo blanquean.