Miguel Ángel Collado

Alma Mater

Miguel Ángel Collado


La inversión en ciencia y el crecimiento del PIB

19/07/2021

No hace falta, y menos en la época actual, explicar la importancia de la investigación e innovación. La investigación debe ser una cuestión de Estado, en la que se impliquen los poderes públicos, las empresas, las instituciones y la sociedad en su conjunto, en un modelo de financiación en el que un tercio sea pública y dos tercios privada.
Según datos de Eurostat, el gasto interior bruto en Investigación y Desarrollo alcanzó en 2019, en la Unión Europea de 27 miembros, el 2’2 % del Producto Interior Bruto, encabezando la lista Suecia con el 3´4%, Austria y Alemania el 3´2%, Dinamarca el 3´0% y Bélgica el 2´9%. España, en cambio, solamente destinó el 1,25%.
 ¿Y cuál es la política que se sigue en nuestro país? La Estrategia española de ciencia, tecnología e innovación 2021-27 llega con retraso y, más grave, sin conciencia del mismo. Aspirar a un 2,12% del PIB para 2027, cuando el objetivo para 2010 era el 2% resulta revelador; y no olvidemos que competimos a nivel global. Para 2027, Asia superará el 5% y Corea del Sur ya invierte el 4.81%.
Según el Banco Mundial, los 5 países que destinan más recursos a I+D son Israel, Corea del Sur, Suiza, Suecia y Japón. Y lo hacen de manera incremental porque ellos sí son conscientes de que invertir en ciencia genera crecimiento económico, además de calidad de vida, El resultado es que todos ellos han tenido un crecimiento del PIB per cápita positivo respecto de los datos mundiales. Pues bien, ¿qué hace nuestro país?
España invertía en 2010, el 1,35%, bajando al 1,23 en 2018. ¿Por qué, en lugar de este planteamiento restrictivo, no seguir modelos de éxito? Bélgica es un buen ejemplo de Estado que, con las dificultades graves de cohesión interna que padece, es consciente de la importancia de invertir en I+D+i. En 2010, invertía el 2,05% y lo ha ido incrementando constante e inteligentemente, porque también lo ha hecho durante los años peores de la anterior crisis, hasta el 2,82% en 2018, siempre según datos del Banco Mundial.
La comparación de España con la Unión Europea hace más evidente que nuestro país está desarrollando una política gravemente errónea pues si en 2008 la brecha que teníamos con Europa en I+D era 0,49 puntos por debajo de la Unión, en 2019 la brecha aumentó a 0,88 puntos (una brecha mayor incluso que hace 20 años) con el agravante de que mientras la inversión privada en I+D ha superado su máximo anterior a la crisis precedente (aunque también la distancia con las empresas europeas sigue aumentando), la inversión pública, si bien se ha incrementado en los últimos tres años, continúa por debajo de su máximo precrisis y  además con un nivel de ejecución presupuestaria de solamente el 52% del importe disponible.
Es sabido que hay una relación directa entre la financiación sostenida en investigación y desarrollo y el crecimiento económico. Por seguir el ejemplo que he tomado, en 2020 el PIB per cápita en España ha sido 23.690 euros frente a los 23.040 de 2010; en Bélgica 39.110 euros frente a 33.330 en los mismos años de comparación.
Urge incrementar el esfuerzo de financiación pública y privada en I+D+i, es perentoria una actuación firme y sostenida en el tiempo de inversión en ciencia e innovación. Nos jugamos no ya el futuro sino el mismo presente.