Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Solidaridad Navideña

23/12/2021

Quizá tengamos que reconocer que no hay día corriente del año en que no perseveremos en el empeño de ser solidarios, pero parece que durante estas fechas confitadas con emociones y sentimientos navideños somos más propensos a sentirnos y a tratar de comportarnos como tales.
Así nos vemos bendecidos, asediados, favorecidos, perseguidos, patrocinados, acosados, auxiliados, hostigados, asombrados, incordiados, fascinados, importunados o conmovidos por belenes solidarios, juguetes solidarios, programas solidarios, cenas solidarias, conciertos solidarios, proyectos solidarios, regalos solidarios, viajes solidarios, carreras solidarias, sonrisas solidarias, bancos solidarios, mensajes solidarios, cheques solidarios, legados solidarios…
La Navidad, con sus entrañables celebraciones tradicionales, mantiene y refuerza las creencias y valores colectivos que no dejan de tener una utilidad práctica para la comunidad. El espíritu navideño apela al amor, la amistad, la bondad, la caridad, la compasión, la esperanza, la generosidad, la gratitud, la humildad y la paz que, desde el círculo íntimo de nuestra familia y amigos, irradian al conjunto, siendo de provecho para todos los seres humanos. Por eso, muchos coinciden en que el término solidaridad se incorpora a la filosofía con el fin de secularizar esos valores cristianos y convertirlos en un concepto laico que evoque la unidad entre los hombres. Durkheim, el padre de la sociología moderna, se preocupaba por el hecho de que las libertades individuales que maduraban al disolverse la sociedad tradicional no llegaran a ser incompatibles con la conservación de una conciencia colectiva y, por ello, contemplaba el paso de una solidaridad mecánica, natural u obligatoria, a una solidaridad orgánica, general o buscada.
En cualquier caso, aunque otros valores seculares como la igualdad, la legalidad, la seguridad, la justicia, la libertad o la pluralidad nos siguen pareciendo excelentes, la solidaridad se ha convertido en un ideal moral al que recurren cada vez más las variadas orientaciones políticas, los discursos de los movimientos sociales, los postulados de los grupos de interés y también la gente corriente. Sin embargo, no son pocos los pensadores que creen que su popularidad estriba, precisamente, en la vaguedad de su significado y en ser un concepto difuso sin marco teórico, lo que, además, explica la dificultad de llevarlo hasta el plano jurídico.
Descender a la materialidad de la solidaridad, convirtiendo este concepto en variables que puedan medirse cuantitativamente hablando, e incorporar obligaciones y responsabilidades positivas -para impulsar los derechos de tercera generación que amplíen los civiles y políticos de primera generación y los económicos, sociales y culturales de segunda-, lógicamente entraña mucha más dificultad que pregonarla.
Así sucede con la aplicación práctica del principio de solidaridad consagrado en la Constitución española y en el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, sobre lo que tenemos bastantes casos de estudio. Uno reciente es lo complejo que está resultando contar con las estructuras, regulaciones e instituciones suficientes para obligar a los países a actuar conjuntamente para desarrollar la solidaridad europea en emergencias de salud pública.
¡Feliz Navidad!!!

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