Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


A la portuguesa

07/03/2020

No sé si esto del coronavirus acabará como cuando las pestes medievales y la gente huyendo hacia los campos y los pueblos pensando que allí no les alcanzaría. Por ahora no se ha detectado movimiento reseñable estadísticamente, pero las convulsiones de la masa atrapada por el miedo pueden dispararse en cualquier sentido. Y este escape viene de muy antiguo.
Del asunto en sí, mis disculpas, me van a perdonar que pase. Llevamos una eternidad hablando de ello y con la sensación encima que no hemos hecho sino empezar a estar metidos. Por decirlo suavemente, no tengo opinión formada. A la pata llana, que ni puñetera idea, vamos. Como todos me parece. Que es como una gripe, pero que no del todo y que más mala. Pero tampoco parece que se muere tanta gente, dicen otros, que se salvan casi todos y que es más el pánico que el mal en sí mismo. Pero que puede uno morirse si te agarra y peor si eres o vas para viejo. Por ahora y por lo que a nosotros respecta el palo gordo quien se lo está llevando es la economía y o se calma pronto la zozobra o va a ser de alivio. Y no veo yo que tenga mucha pinta, por el momento de calmarse. Hacemos como que nos creemos como que sí, estamos con las orejas apuntadas como lebreles a que va a ser que no. Y que lo peor aún está por llegar y nos llegará seguro.
Con lo dicho acabo el apunte, porque si no parece que uno no vive en este mundo y paso a seguir hablando de los pueblos y de lo que tanto hablábamos hasta que llegó esta cosa, que era lo de la España Vacía, que ya saben que me cabrea un poco. Más que nada por las plañideras y las romerías y monsergas más vacías de sustancia que una cesta sin culo. El asunto en sí, ese si me interesa y me duele. Porque la verdad es que no alcanzo a verle, así en general y en muchos particulares demasiado remedio o más bien poco tirando a ninguno. Mientras la gente prefiera irse a vivir a las urbes, y lo prefieren muchos, aunque sea para peor, que así es muchas veces, esto no tiene ni marcha atrás ni vuelta de hoja. Ya les pongo un ejemplo. Cuando se dice que el problema es porque hay mala comunicación y peores carreteras pues resulta que acaba sucediendo exactamente lo contrario. Está más que demostrado. Ponen autovía y resulta que en vez de afincarse algunos lo que pasa es que los que estaban se van a vivir a la «capital», de la provincia o la comarca, aunque tengan que venir a trabajar todos los días. Es lo que ha pasado, por ejemplo, con la M-40 y los pueblos más chicos de su ruta.
He odio, porque estoy más atento que otra cosa, algunas ideas y muchas ocurrencias. Ninguna, hasta el momento, con cuerpo, peso, fecha y obra. Lo dicho, intenciones para empedrar el infierno entero y palabrería.
El otro día, al fin, escuche algo tangible. Agucé las orejas y ¡zas! resultó que no era aquí, que lo estaban haciendo los portugueses. Sí, esos vecinos nuestros a los que no hacemos ni caso, que los miramos por encima del hombro y resulta que en algunas cosas nos dan varias vueltas. Lo que están poniendo en marcha ya en bastantes zonas es algo contante y sonante y con plazo de entrega. Son esencialmente dos cosas. La primera instalar, con plazo máximo de 2013 en todo el territorio la tecnología 5G. Así si alguien, de verdad, quiere instalarse a trabajar y depende de ella, no será por esa excusa por la que no venga.
La segunda cuestión es por lo que iba lo de contante. El Estado portugués apoya de inicio con 4.800 euros a los nuevos residentes que se establezcan en estos territorios, y lo hagan de veras y no ahora me vengo, trinco y mañana me doy una puerta. Que eso no vale, pero que más de tres a eso es a lo que se apuntarían.
Más importante aún me pareció la segunda medida. Más sonante aún. 25.000 euros a fondo perdido a nuevas empresas y pequeñas inversiones de autónomos, empresarios o como se les quiera llamar, que presenten proyectos mínimamente viables.
Es algo. Bastante más que un discurso o un cónclave de próceres políticos durante el fin de semana para salir en los papeles y la tele. Lo dejo aquí, por si alguien lo lee y a lo mejor se le ocurre que no estaría demás hacer algo parecido. No anunciarlo ni prometerlo. Digo hacerlo. O sea, no prédica sino trigo.