Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Cada año, menos

04/05/2023

Duele escribirlo, pero en la manifestación del Primero de Mayo de Toledo cada año somos menos. Y eso que no faltan motivos para reivindicar subidas de salarios, bajada de precios y clamar por el reparto de los beneficios empresariales en un contexto social donde, pese a los buenos datos de la macroeconomía nacional, la incertidumbre marca el día a día familiar y lastra las perspectivas de futuro para nuestros jóvenes. También llama la atención que en unos momentos en que los acuerdos sindicales con el Gobierno de coalición han logrado mejoras como el aumento del SMI, la subida de las pensiones, la reforma laboral o las distintas medidas del llamado 'escudo social', que a tanta gente están ayudando en estos últimos años, esa labor no se vea refrendada con un mayor respaldo al llamamiento de CCOO y UGT.  
Indigna conocer los insultantes beneficios que, machaconamente, declaran bancos, empresas energéticas o corporaciones financieras. No digamos, saber de las retribuciones a los directivos del IBEX, mientras se racanean unos euros a sus trabajadores. Se insiste en hablarnos de globalización o de autorregulación de los mercados, mientras los servicios públicos se resienten y se potencia un consumismo desaforado a consta de la sostenibilidad y el incremento de las desigualdades sociales, lo que algunos aprovechan para alentar sentimientos populistas como el patriotismo exacerbado, la xenofobia o el negacionismo climático.
Además de su carácter reivindicativo, el Primero de Mayo es un día de reafirmación identitaria. El movimiento obrero y los partidos políticos surgidos a su amparo crecieron uniendo a los trabajadores en un anhelo común: trasformar la sociedad burguesa y capitalista heredera de tiempos feudales. Hoy, siglos después, ese afán, como la sociedad enunciada por Bauman, se ha vuelto líquido, encargándose el neoliberalismo de que nuestra conciencia de clase se haya diluido también. El pasado lunes, mientras los manifestantes cruzábamos por el Paseo de la Vega, en uno de sus laterales un viejo comunista se mantuvo puño en alto hasta que todos pasamos frente a él. A su espalda, sonaba 'La Internacional'. Emocionaba verlo y hería constatar que aquella 'famélica legión' invocada a ponerse en pie con tan vibrante himno sea cada vez más ajena a su Día Internacional. Debemos seguir en la brecha.