Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


Insultorio

12/01/2021

El insulto es un expresión negativa sobre una persona, cuyo grado va desde la crítica a la ofensa, desde la sátira al sarcasmo, y recibe su valor de la precisión con que se aplica y el ingenio de su factura. Arthur Schopenhauer se interesó hasta llegar a escribir El arte de insultar.
Nuestros clásicos del Siglo de Oro se insultaban abiertamente. Lope llamó a Cervantes ‘puerco’ y ‘buey’ y predijo que su Quijote iría ‘de culo en culo’ por el mundo. A Quevedo le llamaron «puto cojo licenciado en bufonerías». Entre los miembros de la Generación del 98, las cosas no iban mejor. Maeztu insultó a Azorín por haber criticado a Galdós, Ortega llamó ‘energúmeno español’ a Unamuno, Baroja llamó ‘indio’ a Rubén, Valle llamó ‘viejo idiota’ a Echegaray y ‘garbancero’ a Galdós, Maeztu llamó a Baroja ‘hombre atravesado’ y a Clarín ‘crítico cominero’. Detrás vendría Juan Ramón Jiménez con esta nota: ‘Antonio Machado fue cómico cuando joven y no dejó de serlo nunca. Olía a muerto’. No olvidemos el deseo de Unamuno de recibir las obras completas de Baroja encuadernadas en su propia piel.
El insulto es un arma y, para Freud, el primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización. En los poemas épicos el intercambio de insultos es una forma de combate, porque el héroe tenía en mucho valor su reputación.
Los límites entre la crítica y la ofensa, según la libertad de expresión, los marca la ley y lo sentencian los jueces —y no las partes— teniendo en cuenta que aunque las personas son respetables en su intimidad, los cargos públicos no tienen vida privada, por lo que los líos de Borbón con  Corinna, de Iglesias con Dina y de Garzón con Lola son de interés público.
Algunos lectores de mis columnas piensan que trato despiadadamente a ciertos políticos pero es que, cuando el mentado es impresentable, cualquier diagnóstico objetivo tiene potencialidad de ofender. Que Sánchez sea ególatra, insensible, antiético, obsesivo o mitómano son categorías psiquiátricas que, pasadas al lenguaje vulgar son improperios como impostor, miserable, desalmado o macarra, que dan mucho cante.
Por otra parte, debo pedir disculpas porque a veces hago injustas generalizaciones, como decir que todos los políticos son unos chorizos cuando no deben pasar del 99%
Reconozco que a Sánchez e Iglesias me los trabajo mucho porque de puro admirables son casi ‘planetarios’ (como decía Calvo, que es también del conjunto) y me dan la columna hecha. Basta con usar una cámara y una grabadora. Se dice que me he especializado en el señor con moño ¿Recuerdan a quien declaró que «cualquiera que tenga responsabilidades […] en la política, lógicamente está sometido tanto a la crítica como al insulto?» Pues le faltaron pies para salir corriendo del pueblo de sus vacaciones donde un lugareño cabreado, atentó contra su seguridad escribiendo ‘rata’ sobre el asfalto.
Pero no crean que, por mi ojo crítico al Gobierno, reservo mis elogios para la extrema derecha. Podemos es hoy día una promesa de futuro y mis deseos es que no deje de serlo.