Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Los políticos seguimos siendo la escoria de la sociedad

02/11/2021

Así se les ve/se nos ve: escoria. Ya lo he dicho alguna vez que por debajo incluso en popularidad, que la que padecen los trabajadores sexuales, los porteros de discoteca o las personas que participan en los realities. No es de extrañar: es como ese paisano que acababa de vender un burro a otro, y el comprador se percató enseguida que el animal estaba cojo y tuerto, voceando lo sucedido. «Sigue hablando así de mal del bicho y verás como tú no lo vendes», respondió el vendedor.
A nadie le puede extrañar esta imagen del servidor público puesto que de los políticos solo hablan bien los de su propio partido, y siempre que no sea en privado. Así es imposible que la sociedad crea nada, y llegadas las elecciones, todo trate de un grotesco espectáculo donde cada uno ha de demostrar que no es tan malo como le pintan los demás. Ese montaje bárbaro del juego político diario donde la verdad se desdibuja y el defecto ajeno se magnifica, solo sirve para desacreditar en conjunto a toda la clase política, y ha de terminar. No se le puede pedir al ciudadano confianza en un semejante si los adversarios lo despedazan y él despedaza por sistema al que lo despedaza, pues al cabo de los años se ha generado la desconfianza endémica de todo el mundo hacia todo el mundo. La mentira social e institucionalizada, más típica de España y de países latinos que de otras culturas, que consiste en negar por sistema tanto los propios defectos como los logros del contrario, no se corresponde con la realidad de la vida, donde todos acertamos y nos equivocamos.
Si la política sigue siendo la ficción y no la realidad de la calle, todo irá a peor. La regla debiera ser que la política es solo hacer, y no ser el rival del adversario. Ahora bien, si algún político o política me lee ha de saber que a corto plazo se la va a pegar con este consejo: no hemos llegado muy lejos los que como opositores solo sabemos dar pellizcos de monja al que manda, convencidos que una crítica dura ni gusta a la gente ni beneficia tampoco al crítico; y como gobernantes, estábamos dispuestos a cambiar de opinión ante las buenas ideas del contrario. Es cierto que, si una sola persona o partido abandona la oposición brutal o ser la brutal oposición de la oposición, el otro se lo comerá, jaleado por muchas bestias pardas de redes sociales y tabernas mañaneras. Pero con el ojo por ojo, solo conseguiremos que el mundo quede ciego (Gandhi). Seguro que usted, como yo, no hubiera respondido con invasiones a tres países si le tiran sus torres gemelas, pero puede que por ello no seamos ni usted ni yo los mandamases.   

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