Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Presupuestos

16/11/2020

El poder que concede el control del Boletín Oficial del Estado (BOE), debe tener suficientes contrapoderes para que no derive en abuso. Uno de los contrapoderes es la crítica que se puede y debe ejercer por los medios de comunicación y por la ciudadanía, mucho más cuando parece que el debate interno y la autocrítica no forma parte del ADN de algunos de los líderes políticos actuales.
Hubo un momento en que se hablaba del llamado ‘síndrome de La Moncloa’ que afectaba a cualquier inquilino de dicha casa en el momento en que se rodeaba de personas que, a mayor gloria de él mismo, le alababan por todo lo que hacia, aunque estuviera mal. El citado síndrome afectó, y afecta, a todos los presidentes que hemos tenido, y cuanto más tiempo han estado en el poder, más a fondo les ha afectado.
Ahora tenemos un ejemplo de alumno aventajado, tiene todo el derecho a creer que está suficientemente dotado para poder acertar en la mayoría de sus decisiones y que son los demás los equivocados. Es la teoría del genio, aquel que, haciendo las cosas de manera diferente al común de los mortales, acierta debido a que ha encontrado una solución original que nadie veía. Pero también es cierto que, a veces, cuando uno lleva el paso cambiado respecto al resto de la compañía, debe pararse a pensar si no es él el equivocado. Vaya esto por la línea argumental de los Presupuestos Generales del Estado que el Gobierno ha presentado en el Congreso.
Que deben ser presupuestos expansivos nadie lo duda, hay que inyectar dinero en el sistema para paliar la ‘pandemia’ económica que está cayendo, pero habría que comparar con lo que hacen nuestros vecinos europeos. Aquí se suben algunos tributos, en la mayoría de las economías europeas, se bajan; aquí no se reducen gastos superfluos y no productivos, se suben además salarios y pensiones (esto se mide en votos y queda bien) en Europa se congelan, cuando no se reducen, se eliminan estructuras administrativas ineficientes y se da ejemplo congelando retribuciones de cargos públicos.
Y no hablemos de los ‘daños colaterales’ que va a suponer conseguir el voto de PNV (vascos más ricos), Bildu (ética a la cuneta), ERC (hacia la independencia total) etc. ¿No seria conveniente valorar si estamos ante un genio, o ante alguien que lleva el paso cambiado?