Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Y ahora, lo de Franco

02/06/2019

Concluido el ciclo electoral, con resultado sobresaliente para Pedro Sánchez y la mayoría de las candidaturas municipales y autonómicas socialistas, se reanuda otra significativa cuenta atrás. Si el gobierno no se ve obligado a un nuevo retraso, el próximo diez de junio los restos del dictador Francisco Franco deberían ser exhumados del Valle de los Caídos. De cumplirse este compromiso, el presidente del gobierno podrá anotarse otro hito más en su nómina de logros, cerrando una vergonzosa ignominia arrastrada desde la Transición. Sería, sin duda, una buena forma de iniciar este nuevo ciclo político, demostrando fortaleza, voluntad de cumplir la palabra dada y firmeza frente a cuantos han encontrado en la nueva ultraderecha el paraguas de siempre bajo el que explayar su franquismo, celebrando los logros electorales del 26M al ardoroso grito de «¡ya hemos pasao!».
Sabiendo que de llevarse a cabo la exhumación de Franco estos ultras, sus allegados y sus terminales mediáticas la acompañarán con mucho ruido, no está de más recordarles que, además de inexcusable obligación por la dignidad de la memoria histórica en nuestro país y de reparación democrática hacia las víctimas del franquismo y sus familias, sacar al dictador del Valle de los Caídos es un mandato del Parlamento aprobado en mayo de 2017, que Mariano Rajoy decidió ignorar.
Ya se han cumplido ochenta años del final de la guerra civil. Duele pensar que tanto tiempo después aún cueste mirar de frente a aquel pasado sin que en muchos españoles afloren lágrimas, indignación y rabia. A quienes dicen que iniciativas como trasladar los restos del dictador es reabrir heridas y que si se quiere superar aquello debemos pasar página, convendría decirles que para pasarla correctamente, lo primero que hemos de hacer es terminar de leerla y dar respuestas a cuantos claman por saber dónde están los cuerpos asesinados de sus abuelos, padres, tíos o hermanos. Recuperarlos es una obligación moral que no podemos demorar más. Lo de Franco es necesario, aunque la deuda moral con millones de españoles no quedará saldada en tanto cien mil desaparecidos permanezcan ignorados en cunetas y fosas comunes, esperando ser exhumados, identificados, entregados a sus deudos y enterrados dignamente, algo, por cierto, que los restos del general golpista, pese a todo, sí tendrán.