Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Los árboles de las ciudades

27/10/2022

Por fin, se ha decidido el tiempo a cambiar de estación, regalándonos los primeras días de lluvia. ¡Qué bienvenida es, ciertamente!  Ahora, poco a poco, se van decidiendo los árboles a despojarse de las hojas y concentrarse en sus labores invernales, de recuperación y acumulación de reservas en las raíces, para estar listos la próxima primavera. Alguna vez, paseando por las calles cubiertas de hojas, se me ha ocurrido pensar que quizás extiendan, a nuestros pies, sus bellas alfombras otoñales en un intento, con frecuencia vano, de que reparemos en la provechosa misión termorreguladora que desempeñan en las ciudades. Qué valoremos cómo refrescan el aire de las ciudades, bombeando el agua desde las raíces hasta las hojas, creando así un ambiente húmedo a su alrededor. Cómo con sus copas entrelazadas frenan el paso de la luz del estío, creando espacios de sombra y brisa que, al perder sus hojas, recuperan para el sol del invierno. Cómo filtran el polvo y ofrecen refugio a la flora y fauna urbana, favoreciendo la biodiversidad biológica.
 Desafortunadamente, estamos bastante acostumbrados a ver que, muchas de las obras de mejora de una plaza o de arreglo de una calle, llevan aparejadas la eliminación de árboles o su poda despiadada. Por eso, estos días paseando por ciudades vietnamitas me resultaba sorprendente la multitud de magníficos y majestuosos ejemplares que ocupan los espacios urbanos, más allá de los jardines. De manera prodigiosa, los árboles forman parte del paisaje arquitectónico. Están tan trabados, por el paso de los años sin que nadie los moleste, con sus troncos, raíces y ramas en los tejados, las fachadas, las tapias y las aceras, que son un material de construcción más que moldea las construcciones y protege del calor, la luz el agua y la contaminación a sus habitantes.
Si bien es verdad que Vietnam está entre los países con mayor diversidad biológica del mundo y que, gracias a su clima tropical y monzónico, mantiene la humedad todo el año por encima del noventa por ciento y lo convierte en un país cubierto de vegetación, aun así, los vietnamitas no desaprovechan un hueco en sus calles abarrotadas de gentes y motos para colocar macetas con árboles y plantas con flores. Son un pueblo que se acerca a la naturaleza de manera inteligente con numerosos ejemplos beneficiosos de ese vínculo.
Uno bien curioso es el acuerdo económico de los agricultores con los búfalos de agua y los patos. Trabajan juntos para cultivar el arroz. Los búfalos ayudan al campesino con su fuerza para arar el suelo y para sembrar y los patos, criados en libertad, se comen los caracoles, los insectos y las malas hierbas. Cuando el trigo madura, el campesino se lleva el grano para secarlo, los búfalos se comen la paja de arroz que ha quedado en el terreno, a la vez que pisan y abonan el campo, y los patos aprovechan los granos caídos y los brotes de arroz, mientras ponen sus huevos en los márgenes del cultivo.

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