El paulatino acortar de los días, con que el otoño nos prepara para los rigores invernales, hace que estos no sean propicios para realizar largos viajes, salvo espíritus noctámbulos que, como la lechuza de Minerva, prefieren buscar la belleza en la oscuridad. Pero, por el contrario, nos ofrecen la oportunidad de realizar pequeñas excursiones a lugares más próximos que, quizá por esa misma cercanía, vamos posponiendo ad calendas graecas.
La provincia de Toledo posee un riquísimo patrimonio que no se circunscribe a la capital. Muchos de nuestros pueblos atesoran una larga historia, un amplio acervo de costumbres y fiestas, un espléndido bagaje de arte, que en este tiempo podemos descubrir, o volver a disfrutar. Hace pocos días tuve la oportunidad de regresar a uno de estos pueblos, Camarena, una población con unas raíces que, por los yacimientos arqueológicos cercanos, se hunden al menos hasta la época romana, con una presencia indudable de restos de la época visigoda, quizá una iglesia rural o un complejo monástico, que nos han legado, entre otras cosas, el tenante de altar ubicado en la actual iglesia parroquial de San Juan Bautista. La mención más antigua, tras la Reconquista, es un documento de compraventa de 1140.
Desde ese momento son numerosos los elementos artísticos que el pueblo ha ido atesorando. La iglesia parroquial, de estilo gótico-mudéjar y recientemente restaurada, alberga una de las mayores joyas de la localidad, el espectacular retablo del Altar Mayor, obra del pintor Juan de Borgoña y del escultor Copín de Holanda, representando la vida del titular de la parroquia, san Juan Bautista. Soy un enamorado de la obra de Borgoña, que voy siguiendo allá por donde encuentro rastro, un autor cuyo catálogo se ha venido ampliando recientemente –recuerden el retablo de Alcaraz-. En la restauración aparecieron unos espléndidos azulejos mudéjares que se sirven de basamento a dicho retablo.
Pero la obra que da peculiaridad al patrimonio local -quizá la más importante del mismo- es la extraordinaria carroza de la Virgen de la Caridad, una pieza barroca de tipología muy usual en el siglo XVIII para fiestas y cortejos, carrozas representadas en pinturas y grabados coetáneas, pero de las que apenas se conservan hoy tres más en Portugal. Esta de Camarena, parece que utilizada en las ceremonias de proclamación como rey de España de Luis I, se adaptó y transformó para uso religioso, empleándose para procesionar con la patrona dos veces al año.
Baste esto como muestra de lo mucho que se puede contemplar en Camarena. El Ayuntamiento ha editado un magnífico libro, obra de Rubén Pérez López, correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, que recoge esta riqueza patrimonial, así como la historia del pueblo y el estado actual de conocimientos acerca de la arqueología local, en una loable iniciativa que contribuye a difundir dicho patrimonio.
El otoño, momento propicio para conocer nuestras tierras toledanas.