Harán mal los dirigentes del PP en dar por hecho que la caída de Pedro Sánchez es cuestión de paciencia y espera. Sánchez es un consumado especialista en la huida hacia adelante. Sabe aprovechar los errores de sus adversarios. Como la circense moción de censura presentada por Vox que, arropado por sus socios de legislatura -el conglomerado Frankenstein-, ha transformado en victoria parlamentaria.
Y sigue pedaleando y aprobando leyes asentándolas gracias a la nueva mayoría del Tribunal Constitucional, mayoría pro sanchista que en sí misma es otro de sus triunfos. Bajo la batuta de Cándido Conde Pumpido los recursos presentados en su día por Vox y el PP que sesteaban en el Alto tribunal están siendo tumbados uno detrás de otro. Primero fue el aborto, después la eutanasia, la última la conocida como ley Celaá y en breve todo indica que serán rechazados los recursos del PP y Vox sobre las dos reformas operadas en los últimos años sobre la Ley Orgánica del Poder Judicial.
Sánchez y sus aliados de Podemos siguen adelante con sus agendas y han colonizado las instituciones porque quieren asegurar su legado más allá de su paso por La Moncloa. La izquierda prima la ideología e impulsa las batallas culturales, las ingenierías que buscan transformar la sociedad promoviendo leyes que persiguen cambiar las relaciones sexuales (ley Trans), la forma de nacer (aborto), la manera de morir (eutanasia) o el significado del pasado (memoria democrática).
Frente a ellos, el proyecto del PP con Núñez Feijóo al timón comparece con tibio brío reformista. Se diría que ha hecho suya la filosofía de Mariano Rajoy cuya esencia consistía en ir retrasando los cambios hasta que se iban volviendo inofensivos. Esa forma de entender la política quedó retratada en un asunto tan controvertido como la ley de plazos del aborto, recurrida por el PP ante el Constitucional en 2010 y dejada dormir pese a qué el PP con mayoría absoluta (186 diputados) conseguida en 2011 la podría haber cambiado sin esperar a la resolución del recurso.
En las antípodas de esa manera de entender la política se encuentra Pedro Sánchez que, con sólo 120 diputados, asociándose con Podemos, ERC y EH Bildu, ha aprovechado la legislatura para desarrollar sus proyectos de ingeniería social. Para derogar algunas de las leyes que hoy están en vigor, el PP de Núñez Feijóo, amén de mayoría parlamentaria, necesitará voluntad política. Para revertir otras necesitará mucha determinación porque la izquierda si pierde las elecciones llevará su discurso a la calle. Tal y como están las cosas, Feijóo no lo tiene fácil.