Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Puñales por la espalda

20/12/2019

Cada vez es más excepcional cuidar la exactitud de la palabra pronunciada o la promesa hecha. Una minoría se engaña al creer que tal flexibilidad es una demostración palpable de la pérdida de principios o de referentes morales que asola la sociedad moderna. La vida es más sencilla.

Cuando un filósofo avispado introdujo la duda sobre la verdad objetiva, no pasamos a la subjetiva, sino que aceptamos con normalidad que no existe. Esta básica noción oculta el hecho de que lo único que hemos conseguido es que se extienda la mentira. No es que se suavice la verdad o que se maquille un poco; optamos por mentir sin que ningún músculo facial se vea afectado.

Esta radical evolución nos demuestra que las ideas, aunque sean desconocidas por la inmensa mayoría de los mortales, acaban empapando el acervo popular y se instalan en las mentes más débiles de la colectividad. El mejor antídoto para atajar este mal social es la lectura fluida y constante que nos permita desarrollar un espíritu crítico. Además, ayuda ambicionar esa búsqueda decidida de la verdad absoluta, ya que nos permite descubrir las sombras del intelecto.

La Unión Europea hace tiempo que renunció a llamar a las cosas por su nombre y se refugia en eufemismos para evitar enfrentarse a la cruda realidad. Un ejemplo sencillo. Desde la llegada de Putin al poder, Rusia se ha transformado en el mayor peligro para la integridad territorial, económica y política del continente. La anexión de Crimea fue una guerra rápida y el primer cambio de fronteras violenta desde el final de la segunda guerra mundial.

Ucrania, Polonia y los países bálticos aumentan sus presupuestos de defensa mientras el resto del continente observa la agresión. Esta crítica por el bajo gasto militar es injusta porque Alemania construye un gaseoducto para que Rusia frene su ímpetu guerrero ante el miedo a un daño económico. Este ánimo pacifista se enfrenta ante el hecho histórico de que en la disyuntiva entre daño comercial o gloria militar, los gobiernos autoritarios siempre apuestan por lo segundo.

Si este escenario resulta pesimista pensemos en este nombre, Zelimjan Jangoshvili. Este excombatiente checheno fue asesinado a balazos en un parque de Berlín en agosto. El presunto asesino de nacionalidad rusa y vinculado al servicio secreto ruso fue detenido con rapidez, Vadim Sokolov. Puede ser que Rusia no sea responsable de su muerte, pero la lista de disidentes fallecidos de manera violenta es sospechosamente larga.