Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Homenaje a Mauricio Barrès

20/05/2020

El domingo día 15 de junio de 1924 Toledo acogió un homenaje al escritor francés Mauricio Barrès. La idea había surgido, tras la muerte del escritor en diciembre del año anterior, de un buen número de intelectuales españoles y franceses que opinaban que el mejor sitio para hacer ese tributo sería la ciudad de Toledo e incluso dedicarle una calle por la labor de divulgación que Barrès había hecho de la ciudad y de su pasión hacia ella.

Una de las personalidades más activas en organizar el homenaje fue el pintor Zuloaga que, viviendo en París, se desplazó ex profeso hasta Madrid para hablar con Marañón del asunto y transmitirle el entusiasmo que la iniciativa había tenido allí. El pintor había cuajado una buena amistad con Barrès cuando este le encargó en 1913 el espectacular cuadro “Maurice Barrès con Toledo al fondo” que se puede ver en el Musée d´ Orsay.

La idea inicial fue organizar un acto sencillo, el día posterior al Corpus, descubrir por la mañana una placa de cerámica talaverana con el nombre del escritor en la calle que autorizara el ayuntamiento (ellos sugerían la calle Carretas), celebrar un almuerzo en el Mesón del Sevillano y después trasladarse los asistentes hasta la Ermita del Valle donde tomarían la palabra algunas personalidades.

El ayuntamiento accedió a la petición, la calle del Barco fue la elegida y el homenaje se celebró, con algunos cambios, el 15 de junio, cuatro días antes del Corpus. Acudieron Marañón, Zuloaga, Azorín, Aguilar, Ortega, D´Ors, Pérez de Ayala, el embajador de Francia, el novelista francés René Bazin, Mme. y Felipe Barrès, viuda e hijo del homenajeado, entre otros muchos.

Recibió y agasajó a la comitiva el Marques del Valle Inclán en la Casa del Greco, de allí fueron al ayuntamiento, donde los esperaba el alcalde Benegas, bajaron hasta la calle del Barco, descubrieron una placa de Ruiz de Luna y tomaron la palabra el alcalde, Bazin, Felipe Barrès y cerró Azorín, en nombre de los organizadores, todos glosando las fuertes vinculaciones del escritor francés con Toledo. Después pasaron por Santo Tomé para ver el “Entierro del conde de Orgaz”, comieron en los jardines del Palacio de Buenavista con más discursos a los postres, pusieron un ramo de flores debajo de la placa que conmemoraba que allí Galdós había escrito “Angel Guerra” y a la caída de la tarde subieron hasta la Ermita del Valle para contemplar la ciudad como la veía Barrès en el cuadro de su amigo Zuloaga.