Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Despoblación

10/12/2020

Conmemoramos esta semana que han pasado cuarenta y dos años desde que en 1978 se promulgó la Constitución, con la que los españoles acordamos las bases de nuestra convivencia. Fecha propicia para los análisis comparados con otros textos constitucionales- de nuestra historia y de otros países- para saber que no es la más longeva, ni la de articulado más breve, ni la menos original, ni la menos garantista, ni la que no carece de influencias. Tiempo para el debate donde se prodigan opiniones sobre la conveniencia y oportunidad de su reforma- y si esta sería plausible en este momento político-, para cuestionarse si son suficientes los derechos garantizados por la ley de leyes. Los derechos fundamentales consagrados nos parecen tan obvios y evidentes en nuestra sociedad y estamos tan seguros de su protección por el Estado que puede que hasta olvidemos su valor. Garantizados estos, reconozcámonos afortunados a pesar de las graves dificultades económicas, tratamos de materializar el resto, no fundamentales, hacia los que la constitución insta a poderes e instituciones que orienten su actuación, como el derecho a la vivienda. Derechos que requieren el establecimiento previo de un deber sin menoscabo de otros protegidos, como la propiedad privada.
Con un simple vistazo por los alrededores o la historia conocida, constatamos que el progreso humano no es lineal ni uniforme, a pesar de las teorías filosóficas y políticas clásicas deterministas y los planteamientos mecanicistas para explicar el mundo y encontrar el botón que le controla e imprime velocidad. Bien nos ha demostrado 2020 que hay mucho que escapa, por el momento, a nuestra capacidad de conocer y aún más a nuestro control. Para salir adelante en el mundo, desde su origen el hombre emprendió su camino. Unas veces se le presentó llano, cómodo, soleado, salpicado de albergues y pozos de agua cristalina, con linderos sombreados por bellos árboles y huertos de fruto abundante. En otras circunstancias se tornó confuso, inseguro y difícil, obligándole por escarpadas y abruptas sendas hacia cumbres que se antojaban cada vez más lejanas e inaccesibles. Seguimos desvelando muchos años de la vida de nuestros antepasados, también celebra el yacimiento de Atapuerca.
He terminado ‘El alba de la Edad Media’, buena recomendación de un vecino amigo, sobre el paso de la Antigüedad a la Edad Media y el inicio del monacato occidental sobre el siglo VI, tras la difusión de la civilización nórdica- vándalos, longobardos y godos- por la Europa conquistada al todopoderoso Imperio Romano, que pierde ricas ciudades ordenadas y haciendas agrícolas. Vito Fumagalli con un peculiar método historiográfico obtiene indicios sobre el ánimo del hombre en una época oscura. Luto, dolor y llanto por la peste y la guerra continua, temor a los saqueos y a la esclavitud, angustia por la pobreza y la escasez de alimentos, desesperanza por la vida, soledad en ciudades devastadas y campos abandonados.
La densidad de población media en Centroeuropa se estima en menos de 5 habitantes por kilómetro cuadrado. Paisajes desolados y despoblados que se recuperarían lentamente desde los monasterios.